ETA, el último grupo violento de Europa, le dice adiós a las armas

La organización separatista vasca ETA anunció este jueves el “cese definitivo” de su actividad armada, luego de más de medio siglo de lucha por la creación de un País Vasco independiente de España y Francia, que ha dejado más de 800 muertos.

En un comunicado, acompañado de un vídeo, que fue enviado al diario vasco Gara, ETA da un paso histórico anunciando su final y pide a los gobiernos español y francés que respondan abriendo “un proceso de diálogo directo” que tenga por objetivo la resolución de las consecuencias del conflicto”, para superar así “la confrontación armada”.

Tras la declaración, el presidente del gobierno español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, aseguró este jueves que el final de ETA es una “victoria de la democracia, de la ley y de la razón”.

“La nuestra será una democracia sin terrorismo, pero no sin memoria”, subrayó Zapatero, al tiempo que remarcó que no será él sino el gobierno y el parlamento que surja de las elecciones generales del 20 de noviembre el que conducirá esta “nueva etapa”.

El líder del conservador Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, a quien todas las encuestas señalan como vencedor en los comicios, afirmó que “España es hoy más libre porque el anuncio se ha hecho sin ningún tipo de concesión política”.

“Es un paso importante, pero “la tranquilidad de los españoles será completa” cuando se produzca la “disolución irreversible” y el “completo desmantelamiento” de ETA, indicó.

Su rival en la carrera a La Moncloa, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, quien estuvo al frente del Ministerio de Interior en los últimos años y cosechó grandes éxitos con golpes que debilitaron a ETA, remarcó que “hoy es un día para celebrar la gran victoria de la democracia”.

“Ojala este momento hubiese llegado antes”, dijo el ex ministro antes de mencionar a las víctimas que son “las garantes de que nadie reescriba una historia diferente a la que ha sido”.

Por su parte, el presidente del gobierno regional vasco, el socialista Patxi López, dijo desde Nueva York que ETA “confirma su derrota porque llega a su final sin haber conseguido ninguno de sus objetivos”.

“La paz se ha conseguido gracias a la resistencia de miles de ciudadanos vascos que se han negado a renunciar a su propia libertad”, agregó.

En la misma línea, Iñigo Urkullu, el presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV), que gobernó ese territorio del norte peninsular durante 30 años, remarcó que “Euskadi ha conseguido doblegar la violencia”. El comunicado “debe llevar al desarme y disolución de ETA”, apuntó.

Sin embargo, las principales asociaciones de víctimas calificaron la declaración de ETA de “fraude” puesto que se habla de “cese definitivo de la actividad armada” y no de “disolución y entrega de armas”.

El anuncio de ETA llega tres días después de una Conferencia Internacional de Paz que tuvo lugar en la ciudad vasca de San Sebastián, con la participación entre otros del ex secretario de la ONU Kofi Annan, y el ex primer ministro irlandés Bertie Ahern, y en la que se exigió al grupo armado que anunciara el abandono definitivo de la violencia y a los gobiernos español y francés que accedieran a dialogar.

Esta cita, de la que no participó el gobierno central español ni el autonómico vasco -aunque sí la rama vasca del partido socialista-, las formaciones nacionalistas, los independentistas, sindicatos y la patronal, fue la pista de despegue para la tan esperada declaración de ETA.

El grupo armado señala en su comunicado que esa reunión fue “una iniciativa de gran trascendencia política”, porque su resolución final -cuyos términos reproduce ETA en su comunicado- reúne los ingredientes para “una solución integral del conflicto y cuenta con el apoyo de amplios sectores de la sociedad vasca y de la comunidad internacional”.

ETA señala que “con esta declaración histórica” muestra su compromiso “claro, firme y definitivo”.

“Euskal Herria se está abriendo un nuevo tiempo político”, señala la ETA y añade: “frente a la violencia y la represión, el diálogo y el acuerdo deben caracterizar el nuevo ciclo”.

El mensaje, que fue transmitido también a través de un video en el que aparecen tres encapuchados escoltados por una bandera con el anagrama de ETA, pide el “reconocimiento de Euskal Herria” y que “el respeto a la voluntad popular prevalezca sobre la imposición”.

ETA insiste en que “la lucha de largos años ha creado esta oportunidad” histórica. “No ha sido un camino fácil. La crudeza de la lucha se ha llevado a muchas compañeras y compañeros para siempre. Otros están sufriendo la cárcel o el exilio”, recuerdan.

“Es tiempo de mirar al futuro con esperanza. Es tiempo también de actuar con responsabilidad y valentía”, afirman.

Por último, hace un llamado a la sociedad vasca para que se implique en el proceso de soluciones hasta construir un escenario de paz y libertad”.

Es la primera vez que ETA utiliza la palabra “definitivo” en una declaración de cese de su actividad armada. En septiembre de 2010, el grupo armado declaró un “cese de sus acciones ofensivas”, y en septiembre de este año anunció un alto el fuego “general, permanente y verificable internacionalmente”.

Sin embargo, Zapatero insistió en que era insuficiente y se negó a negociar con los separatistas con quienes tenía como antecedente el fracaso del proceso de diálogo iniciado en 2006, que su frustró con el atentado de ETA a la T4 (Terminal 4) del aeropuerto de Barajas que dejó dos muertos.

Desde su creación en 1959, la Euskadi ta Askatasuna (Patria Vasca y Libertad en castellano) declaró y rompió decenas de treguas, todas ellas durante la etapa democrática, y tanto gobiernos socialistas como del PP entablaron diálogo con los separatistas.

Pero esta vez el trasfondo era distinto. ETA se encontraba debilitada por los continuos golpes policiales a su cúpula, que fue descabezada en reiteradas ocasiones, y por la pérdida de su base social, la llamada “izquierda abertzale” (patriótica vasca) que en el último año apostó decididamente por las vías democráticas.

En un reciente juicio en la Audiencia Nacional de España, el ex portavoz de la ilegalizada Batasuna -en el pasado el brazo político de ETA-, Arnaldo Otegi, aseguró que la estrategia militar del grupo armado “sobra y estorba” a la izquierda abertzale.

Era la crónica de un final anunciado. Ya en noviembre de 2009, la izquierda abertzale había iniciado un proceso de debate interno que culminó con la determinación de romper con la violencia.

A partir de entonces, debía convencer a ETA para que anunciara su disolución. Para ello, recurrió como en 2006 a expertos internacionales, y dejó todo en manos del abogado sudafricano Brian Currin, quien medió en los conflictos de Irlanda del Norte y en Sudáfrica.

Currin, quien se refirió siempre a su trabajo como “facilitador”, formó un grupo de “contacto”, y luego, una vez declarada la última tregua permanente en enero, anunció la creación de una “comisión de verificación”, ambos sin reconocimiento del gobierno español.

Su trabajo dio frutos. La conferencia internacional de paz dio paso a la declaración de ETA. Ahora se abre un nuevo escenario.

En sus 52 años de lucha por la independencia de Euskadi, territorio cultural y de lengua vasca que comprende el País vasco español y francés –en el sur galo- y Navarra, ETA se cobró la vida de 829 personas, según cifras del Ministerio de Interior español, aunque algunas fuentes elevan el número a 858.

La otra cara de la moneda son los etarras muertos durante la dictadura franquista y en los años 80 en manos de las GAL, el escuadrón de la muerte que mataba a miembros de ETA durante la democracia.

En la actualidad, producto de la acción de las fuerzas de seguridad y la justicia, unos 700 presos etarras se encuentran dispersados en cárceles españolas y en Francia.

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