El «Tropezón» del Camino Real

Escribe: Edgardo Cascante. En la foto «El Tropezón», centenaria fonda en la curva de Crucesita, Av. Mitre esquina Ocantos. (Foto E.C.)

Exploraremos la historia de la localidad de Crucesita, y particularmente a su embrión barrial: el área demarcada entre el puente ferroviario y la curva sobre la Av. Mitre.

I) Los orígenes de la Crucesita
La Crucesita invoca al símbolo de la cristiandad; es un antiguo topónimo bonaerense que se remonta a tiempos coloniales.

Gramaticalmente es un error que no esté escrito con «c»; pero ya se escribía con «s» en las cartografías más antiguas. Como se trata de un nombre propio, está liberado de las reglas ortográficas. Así se conocía al arroyuelo cruzado por el Camino Real (Av. Mitre) un cuarto de legua al sur del Riachuelo: «Arroyo de La Crucesita», o «de la Cruz».

¿Por qué ese nombre?
Al respecto existen más leyendas y fantasías que información seria. Sin embargo, es sensato suponer que en aquel sendero de ingreso a las pampas sureñas pudo haber existido un modesto crucifijo para el rezo y para la orientación de los viajeros antes de penetrar en una llanura inmensa y poco conocida. En aquella planicie carente de puntos de referencias naturales como piedras o lomadas, una cruz implantada en la tierra por el hombre se transformaba en un mojón.

También pudo haber existido allí una antigua sepultura, aunque sería muy raro que se haya enterrado a un cristiano a la vera de un arroyo, y en un lugar frecuentemente inundable.

Del lado norte del arroyo, existió una posta para las diligencias (actual Paso y Mitre). Su primer encargado fue Don Jerónimo Barceló, un entrerriano que llegó de la mano de J. J. de Urquiza.

El cauce del arroyo ingresaba desde la actual calle Veléz Sarfield atravesando al Camino Real, continuando por la actual calle Suárez para desembocar en el Aº Maciel. Había un antiguo y precario puente de madera, casi siempre roto.

«El puente de La Crucesita tiene más agujeros que calzoncillo de pericote. Es increíble la desidia de la actual Municipalidad ¡pobre pueblo!» (El Pueblo, 5 de diciembre 1880)

En abril de 1882 la Municipalidad construyó un puente nuevo de ladrillos y piedras.

El Camino Real, tras cruzar el arroyo, se quebraba corrigiendo el rumbo (actual curva de la Av. Mitre). Esos quiebres en los caminos rurales, solían ser identificados en el campo bonaerense con el nombre de «tropezón». Con la modernidad, la irrupción del automotor fue modificando los senderos viales, transformando aquellos quiebres en curvas.

En 1878 un tranvía de tracción animal unía el Puente Barracas con la entrada a La Crucesita (Mitre y Arenales). La vía no estaba en el centro sino en un costado del boulevard.

Pasando el arroyo, varios boliches eran escenario de guitarreadas, juegos prohibidos y reyertas. Aquello era el arrabal más puro, tierra de «tauras».
«Parece que las rondas de vigilantes no frecuentan los arrabales como lo hacían anteriormente» (El Pueblo, 14 de octubre 1877).

Las crónicas policiales de la época daban parte de entreveros sangrientos en la Fonda de Catalina Arance (el almacén del tropezón), pasando el arroyo. Algunos tan violentos como pintorescos.

«El sábado pasado se encontraban varios amigos en la fonda llamada de Catalina (Arance), en la Crucesita, con intención de comer un asado. Entre ellos Juan Montes y Martín Saldías; este último estaba comiendo un durazno, y tenía en la mano el cuchillo que utiliza en la profesión de carnicero.

Concluido el durazno, tiró el carozo por el aire con el fin de pegarle con el cuchillo para arrojarlo a lo lejos.

Para ello giró con mucha fuerza y le dio a Juan que estaba atrás de él, en el cuello, causándole la muerte» El Pueblo, 14 marzo 1880.

Otros eran sencillamente pintorescos:
«En el Paraje La Crucesita se entretenían varios individuos con un juego prohibido al lado de la Fonda de Catalina. Pasó un vigilante y como si nada hubiese, faltó que alguno le diga -¡Bájese y tómese algo!»(El Pueblo 21-diciembre de 1879).

II) El Ferrocarril y el puente
En 1890 el F.C.Oeste construyó el ramal terraplenado hacia el Mercado Central cruzando la calle Mitre por un puente soportado por columnas en el centro (lindero al que actualmente existe y del que quedan como vestigios dos mojones en lo alto). Ese terraplén modificó el curso primitivo del arroyo, el cual pasaría ya entubado por debajo de la Av. Mitre. El paisaje cambió. Sin embargo algunos viejos boliches siguieron arrastrando algunas costumbres de aquellas épocas hasta mediados del siglo XX; el almacén de Leis (Suárez y Mitre), el almacén de Airiaghi o café de los radicales (Mitre y F.Varela), la fonda de la curva (luego Select y posteriormente El Paraguayo) en Mitre y Ocantos…

Aquel arrabal, tan mencionado en las leyendas costumbristas porteñas, no ha sido una fantasía del imaginario popular. Existió; tuvo identidad, geografía, e historias registradas en el invalorable legado que dejó la modesta prensa regional.

Edgardo Cascante
Autor de «La Crucesita de Barracas al Sud», 2003.
«Barracas al Sud, vida cotidiana, 1870-1970», 2006.

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