El pesimismo influye sobre nuestras emociones y conductas

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

Todos conocemos personas que organizan su vida alrededor de estados de ánimo como la amargura, la tristeza, el pesimismo y el desinterés. Podemos suponer que estas actitudes son producto de una acumulación de disgustos, mala suerte, decepciones, desengaños y fracasos a lo largo de la vida o una opción que se elige a través de la voluntad, es decir, una posición ante uno mismo y ante los demás que es producto de percepciones muy subjetivas, opiniones o incluso de un cierto modo estético y ético de entender particularmente las cosas. Todos conocemos a personas que se empeñan en encontrar siempre el lado negativo de todo lo que sucede a su alrededor, los tenaces pesimistas. Si bien todos tenemos motivos para preocuparnos o entristecernos, no es lo mismo malograrse la vida a propósito, y en general quienes se empeñan en ver el lado negativo de las cosas, además de convertirse en personas muy infelices, tienen una penosa facilidad para amargar la vida de quienes están a su lado, especialmente si son niños o jóvenes, o dependen emocionalmente de la persona siempre insatisfecha.

Las experiencias que fueron para nosotros desagradables tienden a sujetarnos al pasado y a inhibirnos el futuro, entre otras cosas porque nos condicionan y nos atemorizan, con lo cual el resultado más probable será que nos va a dar igual cómo nos vayan en realidad las cosas, porque si mostramos una predisposición negativa y pesimista, los buenos momentos los vamos a filtrar en exceso y los vamos a percibir con desconfianza y con muchas reservas.

Casi siempre los amargados tienden a desempeñar el rol de víctima, para captar la energía y la atención ajena asumen uno o varios de estos roles, el de perseguidor, que hace de malo, interroga y es percibido como un listo que lo sabe todo y castiga o humilla a quienes cree que se equivocan, el del salvador, que busca que le reconozcan su papel bondadoso pero que a la vez nos pasa todo el tiempo factura de lo que hace, y el de víctima, cuyo plan de supervivencia y comunicación es dar lástima a los demás, captando su atención mediante la exhibición de su sufrimiento. En algunas ocasiones todos podemos adoptar estos roles, pero no es negativo y peligroso para nuestro bienestar emocional y el de quienes nos rodean si estos roles no se desempeñan de manera crónica. A veces de manera voluntaria vamos creando y consolidando nuestra infelicidad, con lo cual si podemos darnos cuenta de esto, tendremos más posibilidades de reaccionar y actuar ante estos pensamientos que nos invaden y determinan nuestra conducta.

Una posible alternativa para abordar estas cuestiones tan penosas, es identificar, analizar y modificar los pensamientos y las interpretaciones a veces erradas que las personas experimentan en algunas situaciones o se forjan acerca de otras personas. Un pensamiento es un diálogo que mantenemos con nosotros mismos y que contiene afirmaciones sobre situaciones, circunstancias, temas y personas. Cada una de esas afirmaciones forma un pensamiento, racional o irracional si carece de datos reales y objetivos, que pueden ser positivos cuando nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos y tienden a crear emociones positivas y nos hacen sentir bien, o negativos cuando dificultan el logro de nuestros objetivos y generan emociones negativas que nos hacen sentir mal.

Una de las posibilidades para no dejarnos invadir por los pensamientos negativos está en relación con reflexionar sobre la influencia que nuestros pensamientos o interpretaciones tienen sobre nuestras emociones y conductas, con identificar los pensamientos que nos hacen sentir mal en una situación determinada observando cuales son nuestros estados emocionales negativos como ira, angustia, miedo, tristeza y asociarlos a las circunstancias que los crearon para después reflexionar sobre esas circunstancias, y con analizar esos pensamientos para ver hasta qué punto se corresponden con la realidad y en qué grado nos afectan.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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