El papa Francisco les pidió a los obispos no resignarse ante el narcotráfico

Durante una multitudinaria misa en el estadio Venustiano Carranza de Michoacán, solicitó a los sacerdotes que se ofrezcan con humildad al servicio de Dios. El estado mexicano es uno de los más violentos del país.

El papa Francisco llamó este martes a sacerdotes y monjas a no paralizarse ni resignarse ante la violencia y el narcotráfico y a encontrar inspiración en otros que lucharon contra la injusticia.

 

“¿Qué tentación nos puede venir de ambientes muchas veces dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia ante el sufrimiento y la precariedad?”, preguntó el Pontífice durante una misa multitudinaria frente a religiosos en Morelia, capital del estado occidental de Michoacán, que se ha visto marcado por la violencia y la penetración del narcotráfico.

 

El mismo Papa respondió que esa tentación puede resumirse como “resignación”, la cual “paraliza e impide no sólo caminar, sino también hacer camino”. Pidió hacerle frente y seguir el ejemplo de otros, como Vasco de Quiroga, un obispo español que en el siglo XVI enfrentó las injusticias que vivían los indígenas.

 

Francisco inició su cuarta jornada en México con una visita a Morelia como un guiño a la Iglesia que quiere, después del sonoro regaño que lanzó el sábado hacia la alta jerarquía católica mexicana cuando pidió a los obispos estar más cerca de su pueblo.

 

La llegada del Papa a la capital de Michoacán es vista como un gesto hacia el arzobispo de Morelia, monseñor Alberto Suárez Inda, hasta ahora el único cardenal mexicano nombrado por Francisco y quien -como el Pontífice- ha llamado a la jerarquía católica a dejar de lado sus cómodas vidas para convertirse en “pastores de sus ovejas” y acompañar a la gente en los momentos duros que pasa el país.

 

El Santo Padre fue recibido por sacerdotes, monjas y seminaristas entre ovaciones, mientras daba una vuelta a la pista a bordo de un carro de golf. Los seminaristas, curas y monjas no paraban de cantar y bailar al tiempo que hacían olas.

 

Al estadio llegó con el obispo Suárez Inda. “Él comparte las exigencias del Papa de alejarse de una mirada adormecida. Es un hombre crítico pero que puede dar respuestas”, dijo a The Associated Press el padre Leopoldo Sánchez, vicario de pastoral y mano derecha de Suárez Inda los últimos 20 años. “Tiene la habilidad para tender puentes y relacionarse de igual forma con el Gobierno y con los indígenas”, aseguró este sacerdote, quien también es el encargado de la visita del Sumo Pontífice a Morelia.

 

La violencia está muy presente en la visita del Papa a este estado del occidente de México.Michoacán es cuna de sanguinarios cárteles y un importante centro de distribución de drogas que por años estuvo dominado por el cártel de la Familia y luego el de Los Caballeros Templarios.

 

Cansados de la violencia de los últimos años, habitantes de Michoacán se armaron en 2013 y crearon grupos de autodefensa para enfrentar a los narcotraficantes.

 

Este movimiento espontáneo, aplaudido inicialmente por la población, también extendió la violencia por decenas de municipios e incluso terminó dividido y penetrado por algunos narcotraficantes a los que antes combatía.

 

“Nunca va a haber paz en Morelia aunque venga el Papa o quien sea, porque estamos en manos de la mafia, desde la policía a los políticos”, dijo pesimista José Luis López, un hojalatero de 43 años.

 

Tras el surgimiento de las autodefensas, las autoridades federales iniciaron una nueva ofensiva contra el cártel de Los Caballeros Templarios y capturaron o mataron a sus principales líderes. También fueron arrestados funcionarios estatales y municipales que trabajaban para el grupo.

 

“La situación ahora se calmó un poco en los últimos meses pero los problemas siguen intactos”, aseguró López, a pocos metros de las cruces blancas pintadas en el suelo en recuerdo de los ocho muertos que dejó un ataque con granadas de 2008 durante la celebración de la independencia. “Las supuestas autodefensas que vinieron a defendernos resultaron igual de mafiosas”, señaló el hombre horas antes de la llegada del Pontífice.

 

Durante la noche previa al arribo de Francisco, grupos de peregrinos durmieron a la intemperie y la policía instaló arcos detectores de metales alrededor del zócalo para controlar el acceso. Cerca de la catedral que visitará el papa, Yulisa Durán, un estudiante de enfermería de 18 años, dijo que está muy “emocionada” por la llegada de Francisco, “pero la realidad es que la gente está temerosa”.

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