El junio más revuelto en Barracas al Sud

Escribe Rudi Varela a 130 años de la Guerra Civil de 1880.

Antecedentes
Desde la Revolución de Mayo gestada en la ciudad de Buenos Aires se convirtió hasta 1820, en sede de gobiernos nacionales, para pasar a ser, a raíz de los sucesos de febrero de ese año, capital de la provincia de Buenos Aires.

En octubre de 1879 el Presidente Nicolás Avellaneda ratifica su posición, respecto a la capitalización de Buenos Aires, diciendo: “[…] Buenos Aires Capital, es una imposición histórica; toda ley que lo contrario impusiese sería el toque de agonía a la organización del país”.

Por marzo de 1880, el gobernador de Buenos Aires Carlos Tejedor, con una actitud que ya no escondía objetivos, afirma ante legisladores porteños que: “La provincia de Buenos Aires tiene ochocientos mil habitantes en una República de dos millones de hombres. Ciegos serán los que no sientan la necesidad de respetarnos”.

Es evidente entonces, que la cuestión estaba centrada en el latente problema de la capital federal de los argentinos. La lucha por dirimir este conflicto desemboca en la Guerra Civil. Por la llamada Ley de Compromiso, en el Congreso Nacional se convino que las autoridades nacionales residieran provisoriamente en Buenos Aires. Este hecho hacía que tanto la Nación como la Provincia, tuvieran jurisdicción sobre el territorio de la ciudad de Buenos Aires.

La preparación en Barracas al Sud
Con el fin de preparar al pueblo para defender la posición provincial, el 24 de noviembre de 1879, se crearon el Tiro Nacional de Barracas y el Cuerpo Voluntario de Bomberos {no confundir con el actual cuerpo, creado en 1897, con fines específicos). La Guardia Nacional del Partido, que ya existía desde 1857, también se volcó a los intereses de la provincia.

El Cuerpo de Bomberos
El periódico “El Pueblo”’, el 7 de diciembre de 1879, comenta sobre el Cuerpo de Bomberos Voluntarios: “En casi todos los partidos de la campaña se ha organizado un cuerpo de bomberos voluntarios, institución que obedece nada más que a la salvaguarda de las garantías constitucionales del próximo periodo electoral y que los partidarios del héroe número dos (el presidente Avellaneda, pues Roca era el numero uno de la Nación, por su reciente Campaña al Desierto) quieren desbaratar al amparo de las bayonetas de línea…”

Para la creación en Barracas al Sud del Cuerpo de Bomberos se volvieron a cursar citaciones a los vecinos, y la reunión preparatoria a fin de dejar definitivamente constituido el cuerpo se efectuó en la casa de la calle Mitre 374, domicilio del doctor Nicanor Basavilbaso.

En la misma reunión y en presencia de los aspirantes, armados de Remintong, se designó a los jefes.

El Batallón constituido, al decir de la Comisión, trataría de dejar bien sentado el prestigio de Barracas en aquello que comenzaba como un fuego de soldaditos, y que terminaría en el drama de junio.

Su formación se comunicó de inmediato al presidente de la Comisión Central del cuerpo de Bomberos Voluntarios de la Provincia de Buenos Aires, don Enrique O’ Gorman, antiguo juez de Paz de Barracas al Sud, y presidente municipal entre 1864 y 1867 (hermano de Camila).

El domingo 18 de enero de 1880 se realizó la primer reunión en el café de Guinchandut de donde partieron armados y en formación hasta la margen del arroyo Maciel a la altura de la Crucesita, en cuyos campos aledaños se harían los ejercicios Los aspirantes iban calzados con alpargatas.

El vestuario para el primer batallón llegó a Barracas al Sud en abril: se componía de 48 uniformes del tipo de los usados por el ejército francés en campaña, consistente en bombacha larga, blusa azul y kepí con los mismos colores y “con caprichosas guarniciones”. Las alumnas de la Escuela número 1 de niñas, bordaron en ese mes la bandera de guerra del batallón.

Reunidos en casa de su Capitán don José Pérez se labró el acta de esta nueva fuerza, el 4 de abril de 1880, nombrándose director a don Enrique Fernández, quien más tarde sería Comisario de Policía, Intendente Municipal de Barracas al Sud, y Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires, en 1890.

Para ocultar la verdadera actividad de los voluntarios, se estableció en el acta constitutiva, que se dotaría al batallón de “armas, vestuario y útiles para apagar incendios”, elementos estos últimos que nunca estuvieron .en manos de estos bomberos.

El Tiro Nacional de Barracas al Sud
Frente al cariz que iban tomando los hechos por parte del Gobierno de la Provincia, el Presidente Nicolás Avellaneda, decretó el 13 de febrero de 1880, la prohibición en toda la República, de reuniones de ciudadanos armados destinado a quebrar la organización militar de carácter popular que había montado el gobernador de la provincia de Buenos Aires, mediante la creación de cuerpos voluntarios de soldados y ciudadanos armados, reunidos bajo el rubro del Tiro Nacional de Buenos Aires, con filiales en muchos pueblos de la provincia.

La de Barracas al Sud se fundó juntamente con la Comisión de Bomberos Voluntarios el 24 de noviembre de 1879. Pese al decreto de Avellaneda, el 28 de marzo de 1880 hubo una reunión de vecinos en el Club Rivadavia, entidad social y garito, instalada en los altos del Teatro Rivadavia, Pavón 24, con el fin de constituir en forma definitiva el Tiro Nacional de Barracas al Sud.

El 11 de abril, “El Pueblo”, informó que ha sido designado capitán del Batallón del Tiro don Emeterio Cabo, instalando su cuartel en una casa de la calle Colón, entre las de Pavón y Maipú.

El 18 de ese mismo mes, los tiradores de Barracas., “los rifleros de Barracas al Sud”, hicieron el paseo militar por la calle Mitre. La compañía estaba “perfectamente uniformada”, según el comentario del periódico. Ese mismo día, y el 25 del mismo mes, hubo funciones a beneficio de los tiradores y del Batallón de Bomberos Voluntarios.

El 2 de mayo, se hizo entrega de 50 fusiles para reforzar el armamento, y el 9 la Compañía marchó a Palermo. En momentos previos al combate del Puente de Barracas, los Tiradores estaban en la ribera norte del Riachuelo, a ambos costados del puente.

La Guardia Nacional de Barracas al Sud
“La juventud de Buenos Aires, de temperamento sensible, celosa de su individualismo, guardián de la autonomía de su gran provincia, había caído en las redes de esa insidiosa trama que la aprisionó y la arrastró fatalmente a las rojas corrientes de la insurrección”, dice Felipe Yofre. En 1880, a principios de año, Tejedor tenía más de tres mil ciudadanos armados e instruidos más o menos militarmente a través de la Comisión del Tiro Nacional, contando con otros tantos y más jóvenes en los batallones de bomberos voluntarios.

Entre febrero y abril se ordenó la movilización de la Guardia Nacional de la provincia. El Cuadro de Oficiales de Barracas al Sud, que fuera propuesto al Gobierno de la provincia por su comandante, Benjamín Ortiz, disgustó al periódico “El Pueblo” en razón – señalaba – “de que los titulares de algunos de los cargos no tenían méritos suficientes para ello”.

El 9 de mayo se hizo la distribución de las armas. A esa fecha ya habían ocurrido en Buenos Aires los hechos que anunciaban el desenlace; las fuerzas de línea de la Nación avanzaban sobre la Ciudad rebelde. Así se llegó a junio, el mes crucial.

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