El jugador: Artífice de su propio autoengaño

Informe del Psicólogo Social, Lic. Juan Carlos Centeno, integrante del Centro de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo – Avellaneda.

En nuestro trabajo con personas adictas (a: sin, dicto: decir) que no pueden decir que les sucede, no es que no pueden hablar, sino que no logran expresar las distintas emociones que lo atraviesan, no logra responder ante los demás de manera coherente, acerca de su conducta de jugador y la justifica con las manifestaciones como, «Es mi dinero», «No le hago mal a nadie» etc.

Para las personas que están transitando por alguna adicción, como la del juego, estas emociones las actúan, no las expresan, no logran articular palabra a esas emociones y las manifiestan con enojos ira, justificaciones dirigida a sus allegados, familiares, esposas, hijos hermanos, etc.

Esta actuación consiste en poner en un acto lo que no pueden poner en palabras, con esa acción, silencian parte de sus emoción, dejándose absorber, por una «Maquina del tiempo», que es su pasatiempo preferido, pues ahí no hay tiempo ni espacio con otro ser, ese ser que me puede devolver mi identidad, como un espejo, el que me muestra como me estoy moviendo en un determinado espacio.

Esto alimenta en el jugador sus justificaciones. Existen múltiples mecanismos psicológicos que aprende a utilizar, pues frente a las maquinas, no hay quien le devuelva aquello que su omnipotencia va construyendo, en su psiquismo como un autoengaño, en su fantasía, lo que considera el camino a su «Salvación».

«Todo problema tiene solución, por lo tanto esta pérdida de dinero, la recuperare cuando cambie mi suerte», «Mi suerte pronto cambiará, todo no puede ser pérdida». «Todo es cuestión de tiempo y de persistencia»

El jugador es un artífice de su propio autoengaño, de la negación sistemática de su situación y justificaciones, así continua elaborando sus argumentos para convencerse y hacer lo propio con quien le cuestiona sus actitudes de jugador. Esto se va complejizando y así, va quedando atrapado en sus propias creencias, y reafirma que, solo calmará su ansiedad, cuando nuevamente entra en la «Maquina del tiempo», pues allí encontrara su supuesta «salvación».

Así continua la construcción de mundo ilusorio, de una realidad que se crea para si, la cual lo preserva de encontrarse con la otra realidad, la que vive y le muestra su entorno, la cual lo puede llevar a una depresión al tener que responder por las pérdidas que fue acumulando en ese ilusorio afán de, paradójicamente «recuperar» lo perdido.

Estas actitudes, visto desde los que lo rodean, son de un a irrealidad tal que no logran entender las acciones de estos jugadores, que no visualizan otra acción que la de continuar con esa actitud compulsiva del juego, del eterno retorno a la búsqueda la única solución que: «Los salvará» de todos sus males y penurias y podrán demostrar que estaban en lo cierto en perseverar en el juego, pues este «siempre te da revancha».

Lo que sucede es que siempre al final de ese proceso la ganancia que se lleva es angustia, enojo y esto es un tema que también preocupa a quienes, por poder transitivo, padecen esta enfermedad en forma indirecta.

Cuando obtiene alguna ganancia, esta es magnificada, sobredimensionada en forma de compensación y de reafirmación de su continuidad en la «Maquina del tiempo», y las certezas que se fue armando y expresando a los demás.

Lo que quizá comenzó como un pasatiempo, diversión de fin de semana ,con la posibilidad de ganar algún dinero extra ,etc., pasa a ser un conflicto familiar al ver como ese pasatiempo se convierte en «pasa dinero» hacia el juego, que lleva a alguien a quedar atrapado en la «Máquina del tiempo», dejando, no sólo sus obligaciones de lado, laborales, familiares, sino los bienes de él y su familia, comprometiendo al grupo familiar con préstamos, créditos, pedido de dinero a allegados y demás familiares vecinos conocidos, etc.

Quien padece esta adicción va creando dentro de su psiquismo una ilusión, una fantasía, que es la detención el tiempo.

Cuando entran al programa de recuperación, comienzan la cuenta regresiva de su historia y muchos se asombran al recordar desde cuando están, en esta situación y no detectaron que, valga el término el «Juego les ha jugado una mala pasada», pues dejaron en el devenir del tiempo, horas, días y años de su existencia, lejos de sus hijos, esposas madres etc., jugaron hasta sus afectos, no solo dinero, que curiosamente es su mayor preocupación, a la hora de la consulta, «Quiero salir de esto» esto es el juego, están tan atrapados que solo quieren salir de «eso», no pudiendo nominar, al principio, la dimensión de su situación, la cual requiere un trabajo de profesionales, formados en la temática de ludopatía, quienes abordarán al afectado directo y brindaran a su entorno, es decir a los afectados indirectos, la contención y orientación y acompañamiento, que esta enfermedad requiere.

Juan Carlos Centeno
Psicólogo Social

Centro de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo
Av. Mitre 2071, Avellaneda. Teléfono: 4265-0080.

noticias relacionadas