El gobierno y las Farc anunciaron un histórico acuerdo que abre puertas a la paz de Colombia

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el jefe máximo de la guerrilla de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, anunciaron un histórico acuerdo sobre justicia transicional para intentar poner fin al conflicto de más de 50 años. Incluirá amnistías amplias o indultos y en marzo de 2016, deberá estar firmado el Acuerdo Final del Proceso de Paz.

Tras un día cargado de expectativa y rumores, el máximo líder de la guerrilla y la cabeza del Ejecutivo de Colombia se reunieron por primera vez en La Habana -nunca se habían visto anteriormente- y tras un encuentro privado, encabezaron un acto en el que asistió también el presidente de Cuba, Raúl Castro, y delegados de los países garantes y acompañantes del proceso de paz, Noruega y Cuba, y Venezuela y Chile.

De acuerdo con el anuncio, se creará una jurisdicción especial para la paz, que contará con salas de justicia y con un Tribunal Especial que estarán integrados especialmente por magistrados colombianos y, en participación minoritaria, juristas extranjeros.

La función de estos dos mecanismos será, según el acuerdo, “acabar con la impunidad, obtener verdad, contribuir a la reparación de las víctimas y juzgar e imponer sanciones a los responsables de los graves delitos cometidos durante el conflicto armado, particularmente los más graves y representativos, garantizando la no repetición”.

El acuerdo, leído por los delegados garantes de Cuba, Rodolfo Benítez, y de Noruega, Dag Nylander, expresa que a la terminación de las hostilidades, el Estado otorgará “la amnistía más amplia posible por delitos políticos y conexos”.

En ese sentido, aclara que “en todo caso no serán objeto de amnistía o indulto las conductas tipificadas en la legislación nacional que correspondan con delitos de lesa humanidad, el genocidio y crímenes de guerra, como la toma de rehenes, secuestro, tortura desplazamiento forzado, desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales y violencia sexual”.

La jurisdicción especial para la paz tendrá competencia para juzgar no sólo a los miembros de la guerrilla sino a todos los agentes del Estado por los delitos cometidos en el contexto de la guerra y contempla dos tipos de procedimientos, uno para quienes reconocen verdad y responsabilidad y otro para quienes no lo hacen o lo hacen tardíamente, señala el texto.

Para quienes reconozcan delitos de lesa humanidad se establecen penas que van desde los 5 a los 8 años, de restricción efectiva de libertad en condiciones ordinarias.

El modelo base será de justicia restaurativa, lo que permitirá imponer penas restrictivas de la libertad, pero que no implican cárcel. Esto quiere decir que la víctima y el victimario podrían acordar la forma en que se cumplirá la sentencia, por ejemplo a través del desarrollo de obras.

Todo esto se mantendrá siempre y cuando se garantice la reparación de las víctimas, porque, de lo contrario, se podría aplicar una pena efectiva de cárcel.

Un punto clave que tendrá el acuerdo es que en determinados casos, muy específicos, habría elegibilidad política en las zonas en las que tengan la restricción de la libertad. Esto, por supuesto, requiere reglas claras que se están construyendo.

De querer acceder a una pena alternativa, el beneficiario deberá comprometerse con su resocialización a través del trabajo, capacitación o estudio durante el tiempo que permanezca privado de la libertad.

Quienes no reconozcan la responsabilidad en delitos graves y resulten culpables tras las investigaciones debidas incurrirán en una pena de prisión de hasta 20 años en condiciones ordinarias.

Los negociadores, en tanto, seguirán analizando los puntos que tienen que ver con militares procesados y guerrilleros presos.
Los jefes del equipo negociador de gobierno, encabezados por Humberto de la Calle, viajaron ayer a Cuba, anticipándose al próximo ciclo de negociaciones.

Santos, que como ministro de Defensa propinó los más duros golpes a las FARC, viajó a La Habana por primera vez desde que se inició el proceso el 19 de noviembre del 2012, para reunirse con los negociadores de paz, y lo adelantó esta mañana cuando en su cuenta de Twitter anunció que de camino a Nueva York, donde asistirá a la Asamblea General de la ONU, haría escala en La Habana para una “reunión clave con negociadores con el fin de acelerar el fin del conflicto”.

Poco después, fuentes de la guerrilla confirmaron que ya se encontraba por la tarde en la capital cubana alias Timochenko, el máximo jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para participar en el anuncio del acuerdo junto con Santos.

A tres días de la vista del Papa Francisco a Cuba, en la que declaró que no puede haber “otro fracaso” en el camino de la paz y la reconciliación en ese país, que vive un conflicto armado interno desde hace medio siglo, las FARC y el gobierno protagonizaron una escena esperada por la comunidad internacional y también por la sociedad colombiana que soporta más de 50 años de conflicto que dejó no menos de 300.000 muertos.

“Llegó la paz. A La Habana arribó Timoleón Jiménez. Estamos comprometidos con la paz”, escribió hoy en Twitter la delegación de las FARC en La Habana, minutos antes de iniciar el anuncio.

El gobierno y las FARC ya han llegado a acuerdos en temas como el desarrollo agrario, la participación en política de los guerrilleros que se desmovilicen y la lucha conjunta contra el narcotráfico.

El último punto del proceso de paz implica un acuerdo entre las partes para definir el mecanismo que se usará para que los acuerdos sean refrendados. El gobierno ha insistido en los últimos meses en un referéndum, mientras que al comienzo del proceso las FARC plantearon una asamblea nacional constituyente.

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