El gobierno británico anuncia un ajuste por 37.000 millones de euros

El ministro de Economía británico, George Osborne, anunció un nuevo ajuste para los próximos cinco años, evocando la crisis de Grecia como ejemplo de los riesgos de no contener el gasto público al presentar el primer presupuesto exclusivamente conservador en 20 años.

El ajuste anunciado por Osborne en la Cámara de los Comunes cumple con la promesa de campaña hecha por el primer ministro David Cameron y líder del Partido Conservador, que sorpresivamente ganó las elecciones de mayo pasado con una mayoría absoluta y pudo formar gobierno por sí solo.

El presupuesto presentado por el ministro para el ejercicio 2015 y 2016, el primero de un gobierno “tory” en solitario desde 1996, contempla una primera fase de recortes en la asistencia social por 12.000 millones de euros (16.800 millones de euros) en tres años.

Esto se hará a través de la eliminación de la ayuda de vivienda para menores de 21 años y la transformación en préstamo de la beca de manutención otorgada a universitarios sin recursos, explicó Osborne, según informó la agencia de noticias EFE.

La segunda fase, correspondiente a los presupuestos ministeriales, se detallará en septiembre próximo.

Además, se rebajará de 26.000 a 23.000 libras anuales (de 36.400 a 32.200 euros) en Londres la cantidad máxima que una familia puede pedir en ayudas estatales, mientras que las personas en vivienda social con ciertos ingresos deberán pagar un alquiler a precio de mercado.

Gracias a una mayor recaudación de impuestos en 2014, Osborne ha distribuido en tres años, en vez de dos, esos primeros recortes, que ascenderán a 37.000 millones de libras (unos 51.800 millones de euros) en toda la legislatura.

La intención del llamado “canciller del Exchequer” es reducir progresivamente el déficit presupuestario, para lo que también cuenta con atajar la evasión fiscal, hasta lograr un superávit del 0,4 % de los ingresos nacionales en 2019-2020, un año más tarde de lo previsto.

Su plan para los próximos cinco años es reposicionar al Reino Unido “de una economía de salarios bajos, impuestos altos y muchas ayudas sociales a un país con sueldos altos, impuestos bajos y menos ayudas”, dijo.

En su respuesta a la propuesta gubernamental, la líder en funciones del Partido Laborista, Harriet Harman, criticó que los conservadores se presenten desde las elecciones como la formación de “la gente trabajadora”, cuando quieren apuntalar la economía “a expensas de que la gente vaya a peor”.

Al presentar el presupuesto, el ministro anticipó que la economía británica crecerá en 2015 un 2,4 % (por debajo del 2,5 % pronosticado en su última intervención en marzo), un 2,3 % en 2016 y un 2,4 % en 2017.

Osborne señaló que, aunque la economía británica, que avanzó un 3% en 2014, “es fundamentalmente más fuerte que hace cinco años”, no se alejará del objetivo de eliminación del déficit, actualmente un 4,9 % del producto interior bruto (PIB).

“Solo hay que mirar a la crisis que se desarrolla en Grecia mientras hablo para darse cuenta de que, si un país no tiene su deuda bajo control, la deuda toma el control del país”, afirmó el ministro conservador.

Junto con los esperados recortes, Osborne anunció incentivos fiscales, al elevar a 11.000 libras anuales (15.400 euros) el umbral de pago del impuesto sobre la renta y reducir al 18 % la tasa de sociedades para 2020.

A partir de 2017, se eliminará el impuesto de sucesiones en viviendas de menos de un millón de libras (1,40 millones de euros) para parejas casadas y la cadena pública BBC asumirá el canon que se paga por televisor para las personas mayores de 75 años.

Los municipios en Inglaterra y Gales tendrán potestad para ampliar el horario comercial en sus distritos los domingos y festivos,
cuando actualmente se limita a seis horas el periodo de apertura de las grandes superficies.

Uno de los anuncios mejor recibidos en el Reino Unido fue que, de aquí a 2020, se elevará el sueldo mínimo profesional a 9 libras la hora (12,6 euros), de las 6,5 libras (9 euros) actuales.

Osborne dijo que su presupuesto “pone en primer lugar la seguridad económica y reconoce a los británicos que trabajan duro”.

Insistió en que el Reino Unido “aún gasta demasiado y pide demasiado prestado”, mientras que la débil productividad indica que “no se construye ni se invierte suficiente”.

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