El custodio del banco donde Carolina Píparo fue víctima de la salidera admitió falencias en la seguridad

El custodio privado que estaba a cargo de la seguridad del banco platense admitió falencias en la seguridad de la entidad y explicó que ni siquiera tenía un handy para comunicarse con el policía que estaba en la garita.

En tanto, la gerenta del banco, Valeria del Valle, reconoció que Píparo debió poder extraer el dinero requerido la primera vez que fue a buscarlo y se lo denegaron, y dijo que fue decisión del tesorero no dárselo, razón por la cual los investigadores dudaron acerca de la posible complicidad del empleado con la banda.

El empleado de Prosegur Hugo Vieira aseguró en su testimonio durante el juicio oral que se le sigue a siete hombres por la salidera bancaria del 29 de julio del 2010, que no vio “nada raro” en el momento en que Píparo extrajo el dinero y que no cometió errores en su trabajo.

“Yo no me equivoqué, no creo haberme equivocado. Si uno no ve no puede hacer milagros”, dijo el hombre ante el Tribunal Oral en lo Criminal II de La Plata.

El custodio reconoció que “estaba solo” para cumplir con la función de controlar la seguridad “de la fila de cajas, de la puerta de entrada, de la fila de los cajeros Banelco, de la puerta de ingreso al estacionamiento y de la fila de mesa de entradas”.

Explicó que en la garita o bunker que se encuentra dentro del hall central del banco Santander Río “había un policía, pero yo no tenía handy para comunicarme con él, si yo veía algo raro debía acercarme y avisarle o pedirle a un empleado un teléfono fijo y le avisaba”.

“No tenía medio de comunicación, tenía un pulsador inalámbrico que era para accionarlo en caso de robo, pero nunca lo usé, nunca tuve robos”, sostuvo Vieira.

El hombre, retirado de la Prefectura Naval y de un vocabulario simple y limitado, debió responder a un intensivo interrogatorio del fiscal del juicio, Marcelo Romero, y del abogado de Carolina Píparo, Fernando Burlando, y sus respuestas revelaron las deficiencias en materia de seguridad que tenía y aún tiene la sucursal bancaria de las calles 7 y 42 de La Plata.

“Si veían algo que a mí se me escapaba, los empleados del banco se me acercaban o me llamaban para alertarme”, reconoció.

Además, remarcó que no está “habilitado” para portar armas y que si hay alguien sospechoso dentro del banco “debo acercarme, preguntarle qué trámite pretende hacer y, si no puede justificar la estadía allí, le digo que se retire”.

Detalló que contaba con un Protocolo de Seguridad que debía seguir en caso de alarma, pero admitió con no conocía los detalles de su contenido, ni cuántos capítulos, ni anexos posee.

Respecto a si los clientes del banco observaban o podían escuchar la operatoria que estuvieran haciendo en las cajas otros clientes, el vigilante, que aún trabaja en la entidad, afirmó que “más que escucharse se veía, las cajas estaban a la vista”.

Consultado sobre si había visto el video de seguridad donde se vio cómo fue “marcada” Píparo por un hombre que estaba en la fila de cajas, el custodio dijo que lo vio “por televisión”, pero que “nunca” se lo mostraron.

“Yo no sospeché nada, no vi nada raro. En la filmación sí me parece sospechoso (lo que hace el `marcador`) pero en ese momento no me pareció sospechoso”, remarcó.

Vieira, que además realiza trabajos de albañilería y pintura, explicó que tras la salidera que sufrió Píparo comenzó a trabajar acompañado por otro custodio, por lo que ahora él se encarga “exclusivamente de vigilar la fila de las cajas” y ese compañero hace “el rondín por los demás sectores”.

“Ahora no hay más policías, la policía se fue y pusieron un empleado de seguridad en ese bunker, y somos dos en el salón”, detalló Vieira, provocando el estupor de la sala con el dato de la falta de personal policial en la entidad.

Por su parte, la gerenta del banco explicó al tribunal que Píparo debió haberse podido llevar el dinero el primer día que concurrió al banco.

“Quien tiene una cuenta a la vista debería poder presentarse y retirar el dinero cuando quiera”, dijo Del Valle, quien agregó que “quienes estaban esperando en las cajas, podían escuchar y tener acceso visual directo a las operaciones (de otros clientes)”.

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