El bombardeo de una casa siria interpela a los pasajeros

El living de una casa siria, que recrea una escena bélica, instalada en un corredor del subte, debajo del Obelisco, sensibiliza a los argentinos sobre la crisis de los refugiados.

“La idea es, mientras los jefes de Estado están discutiendo cuál debería ser la solución al problema de los refugiados, traer esta realidad a la gente que todos los días usa el subte”, aseguró Leah Tandeter, coordinadora de Política y Justicia Internacional de la sección Argentina de AI.

Quienes puedan dedicar unos minutos a vivir la experiencia que propone esta instalación -que permanecerá en la galería subterránea Obelisco Norte hasta el martes 27- tendrán la oportunidad de ver por la ventana simulada lo mismo que un sirio puede ver desde la suya en muchos puntos de ese país en guerra.

Además, la iniciativa “le pone una cara” a esta tragedia humanitaria contando con textos y fotos la historia de Sham, una niña siria de 6 años que tuvo que huir de su país para embarcarse en un “terrorífico viaje hacia Europa en lancha”, para quedar varada en Grecia junto a su mamá, y lejos de su papá que la espera en Alemania.

Entre las personas que se acercaron esta mañana a la instalación estuvieron algunos inmigrantes sirios, como Fadi Ali y Iyas Asaad, originarios de Latakia y Damasco, respectivamente.

En un español casi perfecto, a pesar de haber arribado al país hace 6 meses sin hablarlo, Fadi Ali contó a Télam que legalmente no es refugiado sino “extranjero”, porque con su esposa tomaron la decisión de abandonar Siria con sus dos hijos cuando el conflicto armado no era generalizado en su ciudad natal.

“Hace más de un año estalló una bomba como a 200 metros de mi hijo y otra muy cerca de nuestra casa. Ante esta situación terrible dijimos: ‘Tenemos que hacer algo para vivir y conseguir un futuro con paz’, y nos fuimos”, dijo a Télam.

“En una guerra, cuando se tiene una familia e hijos, la decisión (de irse) siempre existe, falta sólo el detalle: a dónde, cuándo, cómo”, agregó.

Padre de dos hijos de siete y dos años, este ingeniero agrónomo de 38 años contó que está “trabajando con el ministerio del Desarrollo Social para ayudar a los refugiados que llegan o van a llegar” y para “fortalecer el Programa Siria” que, lanzado en 2014, ofrece visado humanitario a afectados por el conflicto que sean “llamados” por particulares, instituciones u organizaciones que se comprometan a garantizar su manutención, alojamiento y acompañamiento.

Fadi Ali fue enfático en asegurar que la que afecta a Siria desde hace más de 5 años “no es una guerra civil”, sino un conflicto iniciado desde fuera “contra mi país”.

“En una guerra civil sólo las personas del mismo país pelean entre sí, pero en Siria hay miles y miles de personas no sirias participando”, afirmó.

Además, advirtió que se trata de un “problema internacional” porque “los extremistas son personas sin nacionalidad, que pueden viajar y entrar en cualquier otro lugar”, ayudados por “algunos países que los apoyan con plata y armas”.

A su vez, Iyas Asaad, de 27 años, emigró a la Argentina en 2012 “durante el momento más fuerte de la guerra” procedente de Damasco, “por dos cosas: primero porque, si no se está estudiando, hay que entrar al servicio militar por un año y medio, y yo no quiero matar, estaba en el último año de universidad cuando me fui, podía hacer un master o doctorado, pero cuando terminara me iba a tocar; y segundo, porque no quiero morir e ISIS está matando a todos, hasta a los niños”, dijo.

Cuando se le pregunta qué tan cerca le pasó la guerra, Iyas recuerda aquella vez que un vehículo cargado de explosivos se detonó a escasos 50 metros de donde él estaba, en una plaza de la capital, provocando “muchos muertos”.

“No voy a mentir, no fui a ayudar porque allá los terroristas tienen idea que cuando hay un autobomba, la gente va a ayudar y entonces hacen explotar otra autobomba”, para matar también a las personas congregadas.

Sobre la política del gobierno argentino respecto de los refugiados, aseguró que lo importante es que “no nos traigan por traernos”, sino que les ofrezcan posibilidades de inserción real.

Para la coordinadora de Amnistía, es “una buena noticia” la intención expresada por el gobierno argentino de recibir a tres mil refugiados sirios, pero es necesario avanzar en políticas de “reasentamiento” en beneficio del sector vulnerable entre los refugiados -mujeres, niños que han sobrevivido a situaciones de tortura, que no pueden acceder a tratamientos médicos, que tienen necesidades especiales y que no pueden ser atendidas donde se encuentran- para que sean traídos directamente por los distintos gobiernos e integrados con “acompañamiento estatal”.

 

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