El aljibe que quedó

Escribe Edgardo Cascante

Aun queda en Avellaneda un patio con aljibe. No es réplica, como los que abundan en los barrios privados; éste es de verdad.

Está en la calle Sarmiento, a 500 metros de la Avenida Mitre. El anfitrión es D. Ramón Pena, un veterano militante radical, que con satisfacción señala que allí ha estado como huésped el Dr. Raúl Alfonsín antes de ser Presidente.

La familia Pena se estableció en 1910, en la primitiva finca que se levantaba desde el siglo XIX. Luego edificaron en el lugar una vivienda moderna, pero han tenido el acertado criterio de conservar un aljibe que, según los antiguos planos de tela, data de 1893. Es ciertamente antiguo, y en su fondo puede observarse la límpida capa acuífera. Era utilizado para la vida cotidiana familiar hasta la década del “20”.

El brocal de mampostería de ladrillo, pintado a la cal, tiene en el borde superior dos aros de hierro forjado que marcan el contorno de las aristas. Además un par de tapas de chapa para mantener la higiene del agua.

El arco de alzada del brocal (columnas y travesaño) tiene rizos y ornamentaciones fijadas con remaches de hierro, sin puntos de soldadura.

Al lado, está impecable el centenario y pesado piletón de cemento para lavar la ropa, con las siglas “GyC”. Una reliquia cada vez más rara de poder ver.

En aquellos tiempos también se acostumbraba a derivar el agua de lluvia desde los techos de chapa hacia el pozo del aljibe, por medio de las canaletas que estaban detrás de las cenefas.

El histórico barrio es Entrevías, en cuyos viejos clubes se han presentado las mejores orquestas de tango; barrio de Ruggerito. La avenida Roca (anteriormente Brown) era el camino obligado hacia el Mercado Central de Frutos del País; y era también sendero de los reseros con grandes arreos hacia el frigorífico La Blanca.
Cuántos otros viejos secretos de este vecindario han de permanecer guardados.

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