EE.UU. mató a Bin Laden en una operación militar

Líderes y gobiernos de todo el mundo saludaron la muerte de Osama Bin Laden pero advirtieron sobre represalias de Al Qaeda y ordenaron refuerzos de seguridad, mientras que la opinión pública reaccionó a la noticia con fuertes emociones, desde el alivio y júbilo a la indignación y condena.

En Estados Unidos, horas después de su anuncio de anoche de la muerte de Bin Laden en Pakistán, el presidente Barack Obama dijo que el mundo es un lugar mejor y “más seguro” luego de que fuerzas especiales norteamericanas mataran ayer al extremista islámico saudita en un complejo residencial cerca de la capital paquistaní.

“Hoy es un gran día para Estados Unidos”, dijo Obama en la Casa Blanca, y agregó que con la muerte de Bin Laden su país cumplió su promesa de hacer justicia por más de una década de atentados de Al Qaeda contra norteamericanos, entre ellos los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono del 11 de septiembre de 2001.

El gobierno de Obama, en tanto, aprovechó la ocasión para alertar que la campaña mundial del país contra el extremismo islámico dista mucho de haber acabado.

“La lucha continúa y nunca claudicaremos”, dijo la secretaria de estado norteamericana, Hillary Clinton, horas después de que la cartera a su cargo anunciara un refuerzo de la vigilancia en sus embajadas y lanzara un aviso a los estadounidenses.

“Exhortamos a los nacionales de EE.UU. que estén en zonas donde los acontecimientos podrían causar violencia antiamericana a que restrinjan sus viajes fuera de sus casas y hoteles y que eviten las manifestaciones y congregaciones de masas”, dijo el alerta lanzado por el Departamento de Estado en un comunicado.

En Nueva York, la seguridad fue redoblada en el metro de Nueva York, informaron autoridades, mientras que la policía de Washington desplegó 10 vehículos en la circulada Avenida Constitución, con las sirenas encendidas y las puertas abiertas y oficiales armados con fusiles que observaban cada auto que pasaba.

La misma mezcla de beneplácito y alarma era palpable entre la clase dirigente al otro lado del Atlántico.

En el Reino Unido, el primer ministro, David Cameron, dijo que la muerte de Bin Laden reconfortará a familiares de víctimas de “las peores atrocidades teroristas que el mundo haya visto”, pero su canciller, William Hague, advirtió que Al Qaeda sigue viva y anunció que puso en alerta a todas las embajadas británicas.

Francia e Italia también intensificaron las medidas de vigilancia, luego de que el presidente Nicolas Sarkozy elogiara “la tenacidad de Estados Unidos” en su búsqueda de Bin Laden y de que el primer ministro Silvio Berlusconi calificara la muerte de “gran resultado en la lucha contra el mal”.

“La amenaza del terror no ha desaparecido, así que debemos permanecer vigilantes”, dijo el canciller francés, Alain Juppé, mientras que su colega italiano, Franco Frattini, dijo que los servicios de inteligencia de Italia mantienen “una elevada vigilancia” en el país y “en las embajadas” en el exterior.

En España, donde en 2004 murieron 191 personas en atentados contra trenes de Madrid de un grupo vinculado a Al Qaeda, el vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo que el extremismo sufrió un “golpe duro” pero que “no se pueden descartar represalias” y que “hay que mantener la guardia alta”.

Desde su sede central en Lyon, Francia, Interpol pidió a sus Estados miembros decretar “una vigilancia extra” ante un “riesgo terrorista incrementado por parte de terroristas de Al Qaeda o inspirados por Al Qaeda como resultado de la muerte de Bin Laden”.

En Afganistán, donde Bin Laden vivía al momento de los ataques a las Torres Gemelas, como huésped de los entonces gobernantes talibanes y hasta pasar a la clandestinidad, en 2001, funcionarios rompieron en aplausos cuando el presidente Hamid Karzai reprodujo la noticia que llegaba desde Estados Unidos.

“Sus manos estaban empapadas en sangre de miles y miles de niños, jóvenes y ancianos de Afganistán”, dijo Karzai a periodistas.

Sin embargo, otros discreparon sobre el legado de Bin Laden.

“El era un héroe para el mundo islámico. Su lucha fue siempre contra los no musulmanes y los infieles y las superpotencias”, dijo Sayed Jalal, un residente de la ciudad afgana de Jalalabad, citado por la cadena CNN.

En el lugar de los atentados de Al Qaeda contra la embajada de Estados Unidos en Kenia, en 1998, un grupo de personas se congregó a rezar frente a un muro que conmemora a las víctimas.

“Este es un día de gran honor para los sobrevivientes y víctimas de terroristas en el mundo”, dijo una de las personas, Douglas Sidialo, quien perdió la vista en los atentados en Kenia.

Frente al icónico hotel Taj Mahal, de Mumbai, India -uno de los lugares atacados en una ola de atentados en esa ciudad que dejó 166 muertos en 2008-, algunos no creían que Bin Laden esté muerto, mientras que expresaron su alivio.

“Es un lindo sentimiento que haya un terrorista menos”, dijo Sufyan Khan, un estudiante islámico de 20 años.

Un vocero de los talibanes de Afganistán que se identificó sólo con el nombre de Mohebullah dijo que la muerte de Bin Laden era “un desastre y un día negro” para el jihadismo internacional, informó CNN.

Uno de los blogueros e ideológos de Al Qaeda más conocidos de Internet, cuyo nombre on-line es “Assad al-Jihad2”, posteó hoy un largo panegírico de Bin Laden en sitios web islamistas y prometió “vengar la muerte del jeque del islam”.

En Israel, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dijo que la muerte de Bin Laden era “una resonante victoria para la justicia, para la libertad y para los valores compartidos de todos los países democráticos que luchan contra el terror”.

Ismail Haniyeh, el líder del gobierno del movimiento islamista palestino Hamas en la Franja de Gaza, condenó el asesinato y dijo que marca “la continuidad de la opresión estadounidense y del derramamiento de sangre de musulmanes y árabes”.

Venezuela, un habitual crítico de las políticas de Estados Unidos, también ofreció una voz en disenso a través del vicepresidente Elías Jaua, quien fustigó los festejos en Estados Unidos y dijo que era “cuestionable desde un punto de vista humano celebrar el asesinato como instrumento para resolver problemas”.

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