Cumple 60 años “El cilindro de Avellaneda”, estadio de Racing
El 3 de setiembre de 1950, hace 60 años, Racing Club inauguraba en Alsina y Colón de Avellaneda su estadio, que sería bautizado con el nombre de “Estadio Presidente Perón”, aunque muchos lo conocen como “El Cilindro de Avellaneda”.
Para la oportunidad se aprovechó la realización de un partido del campeonato local, ante Vélez Sarsfield, al que la “Academia”, luego campeón, le ganó por 1 a 0 con un tanto conquistado por Llamil Simes.
El año anterior, 1949, Racing se había consagrado campeón, jugando de local en el estadio de Boca Juniors, mientras que en los viejos terrenos del entonces Ferrocarril Sud se levantaba la impresionante mole de cemento (en épocas en que escaseaba ese material), que reemplazaría la vieja cancha con tribunas de madera, de típica construcción inglesa, ubicada en el mismo lugar.
La obra se financió gracias a un préstamo de tres millones de pesos de aquella época, tramitado ante el gobierno nacional por el entonces presidente del club, Carlos Paillot, quien fue secretario de Salud de la Municipalidad de Buenos Aires y que tenía como vicepresidente en Racing a Roberto Lira, dueño de una importante calera de Avellaneda, así que había parte del material asegurado.
Sin embargo, en el anecdotario popular siempre se sotuvo que Racing construyó el “Cilindro” gracias a la ayuda del entonces ministro de Hacienda del gobierno del general Juan Domingo Perón, Ramón Cereijo, reconocido socio e hincha “académico” fallecido en 2003.
Los hinchas de Racing recuerdan siempre que el estadio de Racing debió haberse construído en el barrio de Retiro, en las cercanías de la avenida Del Libertador y Callao, en épocas que esos terrenos dependientes del ferrocarril estaban despoblados, pero la negativa de varios dirigentes de abandonar Avellaneda hizo fracasar el proyecto.
Finalmente, el nuevo estadio se levantó en los terrenos del que se llamó “el mercado de la papa” porque hasta allí llegaba en tren ese producto desde distintos puntos de la provincia de Buenos Aires.
Los memoriosos recuerdan siempre que en la construcción colaboraron ingenieros alemanes, quienes habían trabajado en tareas de reconstrucción en su país después de la Guerra Mundial.
La obra estuvo a cargo de la empresa Compañía General de Obras Públicas (GEOPE), que presentó su primer proyecto en 1947 y que contemplaba un gigantesco anillo de cemento, con tribunas en su parte baja y una bandeja, ambas con una capacidad inicial para 120 mil espectadores.
Con ese aforo, el estadio de Racing iba a estar situado en el segundo lugar mundial atrás del Maracaná de Río de Janeiro, pero no se llegó a esa capacidad.
Sin embargo, la cancha tuvo como novedad que los escalones estaban hechos de bloques de cemento que en caso de deterioro eran intercambiables, algo revolucionario para la época.
El estadio contó con un enorme mástil, ese que todavía proyecta su sombra sobre el campo de juego en las soledadas tardes de Avellaneda.
Allí los sufridos hinchas de la “Academia” disfrutaron de los campeonatos de 1950, 51, 58, 61, 66 y de los festejos de su última conquista, en 2001; de la férrea defensa de Pedro Dellacha y de las gambetas endiabladas de Raúl Belén, quienes hace pocos días “se fueron de gira por el cielo”.