Cuando la música se convierte en terapia

La musicoterapeuta Rosana Distéfano lleva 16 años trabajando en la especialidad.

A Rosana Distéfano (37 años) siempre le gustó cantar y, por otro lado, el estudio e investigación sobre la salud mental. Pero cuando estaba finalizando la secundaria, en 1998, no sabía bien para qué lado arrancar con respecto a su vocación o profesión, hasta que una profesora le nombró una carrera nueva denominada “musicoterapia”. Y así fue como, en ese preciso momento, ella embarcó su nuevo camino, el cual no abandonaría nunca más.

Por consiguiente, Rosana egresó como musicoterapeuta en la UBA y ya lleva trabajando 16 años en el ámbito de discapacidad. “Amo lo que hago y le agradezco a la vida a lo que me dedico”, afirmó al Diario La Ciudad.

Consultada por las características de la musicoterapia, Rosana explicó: “Es una disciplina del área de la salud pero utilizando la música, la cual es el medio para alcanzar el objetivo terapéutico. Se trabaja para estimular funciones cognitivas, como son los planos de la memoria, atención y movilidad, entre muchos otros aspectos.

Obviamente, también el tratamiento -como en cualquier terapia- se trabaja en la necesidad de cada paciente.

Distéfano trabajó en un hogar terapeútico y “centros de día” en Florencio Varela, durante ocho años en centros educativos para el Gobierno de la Ciudad (le asignaron la zona de Barracas y La Boca) y en el Hospital Garraham, entre decenas de lugares. “Por ejemplo, del Garraham me tuve que ir porque, principalmente, me consumía mucho tiempo como madre, pero es un hospital que quiero muchísimo y siempre trato de estar ligado al mismo”, contó.

Por su parte, la profesional, casada con Omar, dueño un taller de motos hace 30 años sobre la Avenida Mitre, en Sarandí, tiene su consultorio en el centro de Quilmes. “Hace más de siete años que trabajo en esta zona y estoy muy feliz por todo lo logrado y por los resultados obtenidos. Afortunadamente, formé un hermoso grupo de profesionales con el cual trabajamos interdisciplinariamente, que es la forma correcta para que los pacientes salgan adelante”.

Su hijo, su maestro Iván (6 años) es el hijo de Rosana. Al nacer, el pequeño contrajo una bacteria intrahospitalaria que le produjo una hidrocefalia, la cual le causó un daño cerebral severo. “En ese momento, me cambió la visión por completo de la vida, y me coloqué del lado de los padres que atendía o conocía, que estaban pasando por momentos similares al que me tocó a mí. Iván me hizo dar cuenta de todo eso y mucho más. La verdad que fueron días muy duros para toda la familia pero actualmente puedo afirmar que progresó muchísimo”, dijo Rosana, orgullosa. “Iván es un capo y desde su llegada me enseñó muchísimas cosas en todos los aspectos. Está avanzando notoriamente, pero es muy vago (risas)”.

 

Ley de albinismo, una misión
Rosana es albina y pertenece a un grupo bautizado “Simplemente amigos”, integrado por albinos de todo el país, donde el objetivo principal es hacer que se aplique “la ley de albinismo” en Argentina: “Actualmente estamos muy contentos porque dicha ley ya se aprobó en Misiones y es importante destacar que es en el primer lugar del mundo donde se aprobó. Además, Distéfano agregó que hay muchas familias que “no saben cómo manejar la llegada de un niño albino” y es relevante que haya más información al respecto y, obviamente, que “exista una ley para ampararlos”, tal la misión de Rosana, entre muchos otros.

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