Se trata de tiras reactivas que pueden ser utilizadas en cualquier espacio geográfico, sin necesidad de realizar hisopados ni recurrir a laboratorios, aptas también para los análisis que se realizan en estaciones de tren o fábricas.

Según destacaron desde la unidad académica, el desarrollo permitirá prescindir de la importación de estos insumos, “lo que significará un importante ahorro de fondos al Estado y generará trabajo para empresas locales, como la cooperativa Farmacoop, ex Roux Ocefa”, a cargo de su fabricación.

“Los sistemas de diagnóstico serológico ponen en contacto suero de la persona analizada con el antígeno del virus, que es una proteína reconocida por los anticuerpos que la persona infectada generó”, explican los investigadores.

Para evitar manipular el virus, se le pidió a un laboratorio extranjero la síntesis del gen de la proteína N. “A ese gen lo clonamos en una bacteria y lo estamos produciendo a nivel de cultivos líquidos; ya logramos estabilizar la proteína y conseguimos que quede soluble, propiedad necesaria para realizar los diagnósticos”, explicó Sebastián Cavalitto, docente de la facultad al frente de la investigación.

Similar al popular test de embarazo, el dispositivo funciona cuando se pone en contacto el suero de la persona estudiada con la proteína, produciéndose una reacción de color que muestra la existencia o no de anticuerpos. Hasta ahora, se realizaron pruebas con sueros de personas sanas, en los que la prueba dio negativo, e infectadas, en las que dio positivo.

Recientemente, un equipo del Instituto Leloir, dirigido por la doctora Andrea Galmarnik, desarrolló un test del tipo Elisa, que ya fue aprobado por el Anmat para su uso clínico. A diferencia con los del grupo de Cavalitto, estos son cuantitativos y permiten saber la cantidad de anticuerpos que generó la persona, pero deben aplicarse en un laboratorio.

Cabe aclarar, sin embargo, que ninguno de estos dos desarrollos reemplazan al test realizado por RT-PCR, sino que arrojan información complementaria. “El uso de estas tiras es más de la línea de batalla”, manifestó Cavalitto en diálogo con INFOCIELO y calculó que los test podrían salir a la calle en un mes, a un costo menor a cinco dólares.

Además del docente, director del Centro de Investigaciones y Desarrollos en Fermentaciones Industriales (CINDEFI) e investigador del CONICET, “pasan casi 12 horas por día en el instituto poniendo en marcha el test” Gonzalo Ortiz, Brenda Bezus, Andrea Ramírez y Juan Pablo Bracho.