Conflictos y crisis en la pareja, una oportunidad de cambio

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

Resulta beneficioso aprender a utilizar los conflictos y las crisis para aprender más de nosotros mismos, ver qué necesitamos y cuál es el dolor que suscitamos en nuestra pareja. Es decir, que los conflictos y las crisis, cuando surjan, nos sirvan para convertirse en el trampolín que nos conduzca a evolucionar hacia la dirección más favorable para ambos y no en un estancamiento que no lleva a ninguna parte.

Cuando estamos atravesando una crisis, nuestro estado emocional se altera, entonces tenemos que tener siempre presente el alcance de nuestras decisiones, sobre todo si se opta por terminar con la relación de pareja. A veces hay hijos y en ese caso es necesario que esas personas que terminan su relación como pareja alcancen determinados acuerdos de forma madura y clara en su función como padres para poder seguir cumpliendo su rol y no se confundan con la decisión de que la vida de pareja llegó a su fin, también en este caso se agrega el acuerdo por las dependencias económicas, con lo cual, si la pareja se encuentra con frenos que impiden que la reflexión prospere, es conveniente acudir a un especialista que desbloquee y ayude a ordenar la situación y habilite espacios para que la reflexión reúna las garantías deseables. Algo importante para no pasarlo por alto, es aceptar que nuestra vida es enteramente responsabilidad nuestra, y por lo tanto la felicidad de una unión dependerá, sobre todo, de nosotros mismos, de cómo demostremos esa responsabilidad al otro y de cómo nuestra pareja también nos lo demuestre.

Coexisten cuestiones fundamentales cuando existe realmente una pareja, y eso es que el otro miembro de la pareja es absolutamente necesario, practicar el ejercicio de necesitar escuchar al otro, así como nosotros necesitamos ser escuchados, dejar lo que estamos haciendo, vaciarnos de otros pensamientos que distraigan nuestra atención e intentar colocarnos en el lugar del otro para entender cómo se siente.

En el ejercicio de dialogar con el otro, nuestra opinión, forma de entender y de captar la realidad no son la verdad absoluta, sino sólo la nuestra, en el necesitar sentirse unidos, lo mío y lo tuyo tendrían que ser tenidos en cuenta y debatidos para poder llegar a definir lo nuestro, necesitar compartir y compartirse, darse el uno al otro, preguntar cómo se encuentra, qué le incomoda, qué quiere y desea, necesitar pedir, mostrar nuestra vulnerabilidad es la mejor muestra de amor, ya que no se la enseñamos a cualquiera, necesitar dedicar tiempo específico para la pareja para construir ilusiones, fantasías, proyectos, y poder llevarlos a cabo, como así también necesitar acompañar al otro cuando está atravesando algunas dificultades en su vida como por ejemplo los momentos tristes, duros y penosos.

Si no hay amor y deseo por el otro, entonces no hay problema, no hay motivo para dramatizar la ruptura, es un momento para afrontar cambios y riesgos, y resulta recomendable pedir ayuda a personas competentes que nos escuchen y acompañen en este trayecto, que puede o no ser duro. Es mejor buscar lo positivo, lo que mejora en nuestra vida con la separación, intentemos hacer un balance auto crítico, si hubo deseo, si hubo amor, cómo fue esa relación, en qué fallamos nosotros, de esta manera aprenderemos y evitaremos cometer esos errores en el futuro. En síntesis, guardar lo bueno, apoyarnos en eso bueno que construimos para seguir adelante y cerrar el capítulo, pero sobre todo para poder abrir un nuevo capítulo.

Diferente es si hay deseo y amor por el otro, la cuestión cambia porque ese sentir lleva a querer construir lo nuestro, y por añadidura lleva también a necesitarse, a comprenderse, a escucharse, a mimarse con orgullo, a disfrutar el sexo, a las caricias y al dialogo. Para concluir, intentemos ejercitarnos en el diálogo amable, hablemos todo y cuanto sea necesario para que el problema salga a la luz y no quede obturado, luego intentaremos las soluciones, y recordemos que no hay mayor daño que lo que provoca el silencio y la indiferencia.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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