Con 92 años, participa en un taller de escritura, publicó un libro y ya piensa en lanzar otro

Se suele decir que nunca es tarde para cumplir los sueños. Y un claro ejemplo es el caso de Valentín Soto, vecino de Crucecita, quien recientemente sopló nada menos que 92 velitas, y no solo acaba de publicar su primer libro, sino que además de seguir perfeccionándose en un taller de escritura ya tiene en mente publicar otra obra.

 

El libro en cuestión posee un estilo bastante particular, ya que son dos ejemplares en uno. ¿Cómo es eso? Resulta que de un lado se lee la novela bautizada “Dos tiempos” y, al girarlo, en la otra tapa, se encuentra “El árbol desnudo”, que se compone de poemas, cuentos y relatos. “Elegí hacerlo de esa manera porque tenía mucho material y de diversos estilos. Entonces creí que esa era la opción más llamativa y cómoda para los lectores”, afirma Valentín al Diario La Ciudad.

A este fanático de Independiente y abuelo de cinco nietos, desde su juventud le interesó escribir y leer, pero no lo hizo tan profundamente hasta 2015, cuando sufrió la pérdida de su mujer, Celia: “Enviudé a los ochenta y pico y me sentí perdido, no sabía cómo continuar o qué hacer con mi vida, hasta que un día encontré un volante tirado en la vereda, referido a un taller de escritura. Me comuniqué enseguida y luego tuve la entrevista con Verónica Rodríguez, la coordinara. Así fue que empecé y, afortunadamente, hallé un grupo maravilloso, acogedor y que me hicieron sentir plenamente”, valora Valentín.

Así fue que con la suma de algunos escritos que él traía a cuestas desde hace tiempo, más todos los materiales que realizó y perfeccionó durante su lapso en el taller, finalmente salió a la luz su ansiado y esperado libro.En una sola obra, se puede leer de todo. Por un lado, “Dos tiempos” es una novela que Valentín empezó a crear desde hace varios años y, para escribirla, se basó en sus vivencias y sabidurías relacionadas al fútbol. Una pauta de lo que se aprecia en esas líneas, ya lo reza el prólogo: “Esta novela pretende mostrar actitudes de personajes que, basados en la solidaridad y honestidad, irrumpen en la dirección de una institución deportiva”.

El autor tiene el total derecho a levantar la mano (o la voz) porque, en primera instancia, siempre jugó al fútbol, ya sea en la placita cercana a su primer hogar, en Barracas, o en algún campeonato representando a una empresa o club. Luego, cuando se jubiló tempranamente, colaboró en el Rojo, el Club de sus amores: “Lo hacía desde una función social, como es contener y ayudar a los juveniles, entre otras tareas dentro de ese ámbito”. Pero enseguida remata, acompañado de una leve sonrisa: “Lamento informales a los ilusos, que el fútbol se convirtió en un negocio”.

En la otra tapa del libro, está “El árbol desnudo”, que son netamente escritos realizados durante sus años en el taller de escritura “El escribiente”. “Todas las semanas presentaba diversos textos, ya sean poemas, cuentos, relatos o lo que me surgía. Y con el tiempo, gracias a los consejos y correcciones de mis compañeros y, especialmente, de la coordinadora, pude acumular una buena cantidad y volcarlos en esta publicación”, explica.

 

Líneas colmadas de sensaciones
Cuando los lectores recorran esos párrafos, podrán disfrutar y deducir el romanticismo del escritor, además de su afición al tango y la política.

“Estoy satisfecho por lo logrado, me parece un buen laburo y pude volcar mis sentimientos, ideales y añoranzas. Quiero agradecerle a mi correctora y profesora y a mis hijos, que me dieron una gran mano con todo lo tecnológico”, asegura Soto, en alusión a Ricardo (60) y Silvana (52), a quienes no le alcanzan las palabras para describirlos y explicar el amor que siente por ellos: “Tengo dos hijos maravillosos, ejemplares. En este tiempo de pandemia, por ejemplo, no paran de mimarme, cuidarme y ayudarme. Lo único que puedo decir es que a todos los padres del mundo les deseo unos hijos así”, destaca. Y llamativamente, explica que fueron ellos quienes lo descubrieron como “escribiente” a esta altura de su vida: “Aunque siempre me gustó la escritura, no lo hacía de una forma tan profunda como ahora, por consiguiente, mis más cercanos me conocen esta faceta desde hace poco”.

 

Ni pensar en “colgar” la lapicera
Con sus 92 años, a este admirador de Osvaldo Pugliese ni se le cruza por la mente “quedarse quieto” y, para demostrarlo, ya está trabajando en un nuevo libro. “Tengo algunos adelantos, pero todavía falta. Tendré que sentarme con la correctora para apuntalar temas de escritura y estilos, pero la verdad es que me entusiasma”, dice seguro. ¿Si la edad influye? Valentín – como para todo – tiene la respuesta: “Yo creo en las realidades, no en los sueños. Siempre trato de ver lo que se avecina y darle con todo para adelante, sin vincularlo con mis años de vida. Lo único que trato es darle razón a la existencia”, concluye.

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