Comunidades originarias abandonadas

Carta de Enrique Inda.

Por la T.V. oimos y vemos dolorosos documentales sobre pobladores precolombinos, de Salta, Formosa, Chaco, Jujuy y toda la Puna, viviendo en una extremada pobreza que hemos comprobado personalmente en 1980 y 1990.

Los últimos censos registran 40 millones de habitantes de los cuales 500.000 son descendientes de pueblos originarios, que sobreviven trabajando por míseros salarios ocasionales, como peones en los obrajes, como hacheros abriendo picadas y caminos con explosivos, labrando piedras en las canteras, o en sus viviendas tejiendo mantas, creiando chivas, cazando o pescando en los ríos Bermejo, Pilcomayo. Paleando sal en la Puna enceguecedora, mal vestido, calzados con ojotas, peor comidos con familias numerosas, donde los niños abandonan la Escuela para cuidar cabras, ovejas, cortando cañas de azúcar, algodón, buscando leña para el hogar, durmiendo en el suelo sobre cueros de llamas o de ovejas, mal comidos, desnutridos.

¿Qué hacen los gobiernos, los intendentes y diputados locales y nacionales para remediar tanta injusticia y necesidades?

¿Qué hacen las poderosas empresas mineras que explotan la mano de obra barata y los feudos ganaderos y sojeros, que destruyen bosques centenarios y su fauna con la complicidad de los gobiernos y la justicia local, sobre tierra de propiedad nacional por ley del Congreso.

Pocos, o solo instituciones caritativas visitan y ayudan a esas comunidades, los políticos se acercan para pedirles un voto. El Minsiterio de Bienestar de la Nación, hace lo que puede.

Pero el problema no es solo el Gobierno de la Nación, que por empezar debiera dotarlos de un modesto baño con ducha, un horno y generación solar para mejorar la vida de esos compatriotas. También la sociedad indiferente y sorda, debe comprometerse en ayudar a esos compatriotas originarios.

Enrique S. Inda
Diputado (M.C.)
silviainda@hotmail.com

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