ChatGPT en las escuelas: ¿Cómo usan esta herramienta docentes y estudiantes?
La inteligencia artificial gana cada vez más terreno en las aulas y abre una serie de nuevas incógnitas respecto a la enseñanza y al aprendizaje.
OpenAI presentó ChatGPT-40, la nueva versión gratuita de la empresa estadounidense especialista en inteligencia artificial. A diferencia de su antecesora, con esta actualización los usuarios pueden interaccionar con el chatbot en tiempo real a través del diálogo y hasta pueden interrumpirlo cuando habla. En su presentación masiva, la aplicación incluso pudo “percibir la emoción” de un usuario nervioso. Ahora bien, las preguntas que giran en torno al chat es para qué y cómo se utiliza. Además del ámbito laboral, en Argentina este software gana cada vez más peso en la educación, especialmente entre los estudiantes, que lo utilizan para resolver determinadas tareas. ¿Con qué fines lo utilizan? ¿Qué rol tienen los docentes? ¿Es posible que tenga un uso pedagógico?
“Desde mi experiencia, lo que veo es que lo emplean para copiar y pegar. Siempre habilito la utilización del celular para investigar y apoyarse en alguna fuente, pero lo que hacen los estudiantes es escribir la consigna en el ChatGPT y lo que salga como respuesta lo usan como si fueran las respuestas de ellos”, señala Juan Pablo Repetto, docente de Comunicación en escuelas secundarias de Quilmes, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
De hecho, un docente de la Universidad Complutense de Madrid fue noticia porque alrededor del 10 por ciento de sus estudiantes utilizaba el Chat GPT para realizar los trabajos prácticos. Entonces, su solución fue volver al “examen tradicional” que consiste en memorizar libros sobre historia española.
“Uso ChatGPT en Historia, Geografía e Inglés muy de vez en cuando, sólo para una emergencia que no tengo tiempo de hacer las cosas. Conozco a varios que hacen absolutamente todo con esta aplicación y siempre zafan. Por mi parte, no lo utilizo mucho también porque me parece una pérdida de tiempo y capacidad cerebral, tengo que verificar si la información es verdadera o no”, explica Matías, estudiante de quinto año de una escuela secundaria en Bernal Oeste, en conversación con la Agencia.
¿Una app cada vez más precisa?
Al menos en las zonas del país que cuentan con conectividad y celulares apropiados, el ChatGPT se extiende cada vez más entre algunos jóvenes. Por ahora, la versión que se utiliza en Argentina no puede emular el vocabulario que utilizan los estudiantes. Por lo tanto, la mayoría de los docentes puede darse cuenta cuando esta herramienta es una fuente más de consulta y cuándo es la única para copiar y pegar.
“Acostumbrado a las producciones de los chicos, uno se da cuenta fácil que no es una respuesta elaborada por un alumno, más que nada por la utilización de ciertos vocablos o ciertas expresiones que son propias quizás de un conocimiento un poco más avanzado”, cuenta Repetto, egresado de Comunicación de la UNQ.
Sin embargo, una característica de la nueva versión es que mejoró su capacidad de comprender y generar textos con mayor precisión. Esto implica que las traducciones que realiza son cada vez más certeras y pueden adecuarse a los contextos. Es decir, el ChatGPT podría escribir como se espera que redacte una persona que transita los últimos años de la escuela secundaria, lo cual volvería indescifrable distinguir una producción propia de una realizada a través de inteligencia artificial.
“El desafío es que los trabajos que se piden para la casa involucren no sólo una consulta y copiar algo textual, sino una reinterpretación que nos dé pie para algo más que ocurre en el aula. El objetivo es arbitrar los medios para que esas tareas puedan representar instancias reales de aprendizaje y de enseñanza, que es lo que tiene que suceder en el aula“, destaca Mariana Capello, directora de la Escuela Secundaria Técnica de la Universidad Nacional de Quilmes, en diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ.
¿Hay alguna alternativa?
Uno de los desafíos es que el ChatGPT pueda incorporarse a las aulas y sean los docentes quienes propongan un uso significativo que enriquezca la enseñanza y el aprendizaje. Sin embargo, esa instancia todavía parece estar lejos.
“Por ahora no utilizo el Chat en mis planificaciones o para trabajar en clase. No lo considero un recurso porque aún estoy buscándole la vuelta. Creo que sigue siendo una forma muy sencilla de que los chicos no piensen y mi objetivo es que puedan utilizarlo con fines pedagógicos. Todavía no veo la forma de incluir su uso en el aula, pero sí me parece interesante seguir abordando e investigándolo como un posible recurso para potenciar la enseñanza y el aprendizaje”, resalta Repetto.
“La posibilidad de plagio y las inteligencias artificiales nos exigen preguntarnos cómo nos relacionamos con este individuo que quiere aprender, qué pretendo enseñarle y cómo puedo evaluarlo. Hay muchas formas de evitar caer en algo estandarizado y fácilmente reproducible que pasaba con Rincón del Vago y ahora pasa con Chat GPT”, subraya Roberto Abdala, director de la licenciatura en Educación de la Universidad Nacional de Quilmes, ante la Agencia.
En este aspecto, Abdala afirma: “Lo que hay que poner en juego, y obviamente lleva mucho más trabajo, es la elaboración de formas que hagan pensar y nos muestren qué procesos didácticos hay de parte de cada estudiante. No te pido que me digas algo que ya sabemos, sino cómo se puede insertar eso en otro tipo de reflexión”.
Por Nicolás Retamar