Carlos Nanni y su «Arsenal» de botones

Un reconocido comerciante, fana del club de Sarandi.

El título puede desorientar un poco al lector, pero el juego de palabras tiene un lógico asidero. Porque aquellos que lo conocen a Carlos Nanni saben que es uno de esos incansables trabajadores que se inició como comerciante con su fábrica de botones y, al mismo tiempo, es uno de los hinchas más antiguos y fanáticos del joven cuadro de Arsenal de Sarandí.

Con el corazón celeste y rojo, Carlos se siente parte del club que allá por el año 57 elucubraron los hermanos Grondona, en honor al homónimo equipo inglés, pero que fundía en un abrazo simbólico a los colores de los dos grandes de Avellaneda, Independiente y Racing.

«A mí, cuando me preguntan qué soy de Arsenal, yo digo que soy uno de los dueños, porque estoy en el club desde la primera hora. No fue que aparecí cuando ya estaba todo hecho…»

«A la cancha vieja íbamos todos los días a trabajar. Y trabajábamos gratis. Me acuerdo siempre cuando pusimos el césped. Había que trabajar en parejas y para esa tarea me tocó ser el compañero de Julio (Grondona). Colocamos los panes de pasto juntos. Y al otro día no me podía ni enderezar, porque lo más pesado que levanto es una lapicera», dijo con un toque de humor, el hincha del Arse, que ostenta un record inigualable.

«Yo me considero el hincha que más partidos vio. Estuve 10 años y medio sin faltar a ningún partido. Es decir que los primeros 404 partidos de la historia de Arsenal los vi todos», aseguró Nanni en una pequeña oficina que tiene en la parte trasera de su local de la Avenida Suárez al 1200, de Barracas.

Mientras el club del viaducto participaba en la categoría que por entonces se denominaba Tercera del Ascenso (más tarde Primera D), llegó un día en que Carlos pegó el faltazo, pero por una causa más que justa: se había enfermado su padre. «Mi viejo me decía, andá que vos vas siempre, pero yo no podía dejarlo solo. Y de no faltar nunca, me perdí tres partidos en una semana», recordó aún con un dejo de bronca el ex fabricante de botones. En la anécdota consta que la seguidilla de partidos se rompió en un encuentro frente a Almagro, suspendido porque su cancha estaba inundada.

«Desde antes, yo lo seguía a Arsenal en los potreros cerca de donde hoy está el Hospital Perón. Ahí hacía de local, junto a otros equipos de la zona. Pero las canchas no tenían alambrado perimetral y los partidos terminaban todos a las trompadas. Así que cuando nos afiliamos a la AFA, por lo menos estaban más protegidos los jugadores», rememoró Nanni de la época amateur, al tiempo que reconoció que inicialmente no era hincha de Arsenal, sino que simpatizaba con otro club (Independencia), donde su papá era presidente.

Carlos destacó que siempre se quedó en el club, a pesar que «cuando Don Julio se fue a Independiente, todos se fueron con él. Se acomodaron, como quien dice».

De los logros del club, más allá de las conquistas obtenidas desde que Arsenal pisó la Primera División (Sudamericana 2007 y Copa Suruga Bank 2008), Nanni reivindica a los conseguidos en el pasado. «Para nosotros, los hinchas de Arsenal, lo que más recordamos es cuando salimos campeones invictos, en 1962, logrando el ascenso a la Primera C. Al principio, jugábamos de local en la cancha de Independiente. Hasta que el 22 de agosto de 1964 inauguramos la cancha y nos fuimos a Sarandí, mencionó uno de los vocales de la institución.

Su fanatismo por Arsenal lo convirtió en una verdadera enciclopedia viviente del club.
«Tengo más de 200 carpetas con recortes de diarios, desde el primer partido hasta la actualidad. Todas las reseñas de cada partido que se jugó. Creo que hasta la 220 o 230, están numeradas y ordenadas cronológicamente. Y como ya no tengo más lugar, después tengo pilas de papeles en el suelo y en el altillo», señaló orgulloso Nanni.

«Casi siempre me consultan cosas. A la mayoría de los periodistas, ya les di todo. Venían a casa y se quedaban, a lo mejor una semana copiando datos o me llamaban por teléfono a cada rato. Cuando arsenal ascendió a primera, que nadie tenía nada de información, a mi casa venían periodistas de todos los diarios. Fue un despiole tremendo», exclamó Carlos, muy sonriente.

El cúmulo de material no termina ahí. También debe tener otra cantidad similar de cuadros, posters, tapas de revistas, fotos y escudos. «Pero ya no tengo más lugar. Tengo un quincho que está empapelado de cosas de Arsenal. Nuestro club es el único equipo -no sé si ahora habrá otro- o por lo menos el primero, que jugó en todas las categorías de la AFA», enfatizó Nanni, que desde hace 18 años es el encargado de atender a los árbitros, cuando el Arse juega en su estadio.

Otra de las cosas lindas de este hincha fanático es que sigue a su equipo a cada rincón del país: «Cuando Arsenal jugaba en el Nacional B, viajábamos a todos lados. Yo andaba bien de plata, así que nos íbamos con mi señora (Lidia) y nos quedábamos unos días paseando por Córdoba, Tucumán, Salta, Jujuy… Y he llegado hasta México, para verlo».

Para muestra, basta un botón

Por incentivo de un hermano, Carlos Nanni fundó su actual mercería mayorista en el año 81, ubicada en Suárez 1269, Barracas.
«La inauguramos nosotros. Mi hermano siempre había tenido tienda y venía seguido para esta zona (avenida Patricios) y me decía: Con la cantidad de botones que tenés, tendrías que abrir un local allá. Así que empezamos con los botones y después fuimos agregando los demás artículos de mercería. Antes era una zona de muchos locales mayoristas de este rubro. Ahora hay negocios, pero son todos minoristas», apuntó el vecino de Sarandí que vive en Basavilbaso y General Villegas.

En una época anterior, Nanni fabricaba botones. «Era un oficio muy artesanal. Fabricábamos botones de madera y comprábamos los árboles de una madera especial. Y después los llevábamos al aserradero para que los cortaran en láminas de espesores finos, para luego con nuestras máquinas cortar los discos -con sacabocados de vidia- y perforarles los agujeros», explicó Carlos.

«Después se torneaban de ambos lados para darles la terminación. Era mucho laburo. Fabricábamos diez mil botones por día y los vendíamos todos en el día. Para darte una idea con ese trabajo yo me hice la casa. Hoy no puedo pagar lo que debo… (risas)».

En la actualidad sus hijos le dan una mano en el negocio. Gustavo está todo el día y Graciela se dedica a teñir botones por la mañana, con unas anilinas especiales. También lo acompaña Hugo, su yerno – el esposo de Graciela- que atiende al público.

«No vendemos por menor. Nuestros clientes son todos comerciantes o confeccionistas. Y atendemos de Lunes a viernes de 8.30 a 17:30 hs.», aclaró Carlos, que todos los días cruza el Puente Pueyrredón, de Sarandí a Barracas y rezonga de vez en cuando lo cortan por alguna manifestación.

A los 74 años, Carlos Nanni sigue trabajando como el primer día, rodeado de una infinidad de artículos de mercería y un «Arsenal» de botones.

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