Buena propuesta de textos y canciones

Comentario teatral. Escribe Roberto Díaz.

Valió la pena esperar. Como siempre mi despiste me hizo llegar a la Academia Nacional del Tango con una hora de anticipación. Me entretuve observando, una vez más, su Museo tan interesante, los trajes de artistas que ya no están entre nosotros, amarillas partituras de clásicos populares y fotos, fotos, fotos. Hasta encontré una donde estoy junto a otros autores contemporáneos de tango. La última vez que había entrado al Museo fue cuando llevé a mi amiga, la escritora española Marifé Santiago (tanguera si las hay) que quiso conocerlo antes de seguir viaje hacia el Congreso de la Lengua, en Rosario.

Me senté junto a Claudio Ferrer, soldado fiel en estas batallas, para degustar “Una vida de tango”, obra que le pertenece a Ernesto Pierro y que, también, dirigió.

A través de hora y media, Pierro desgrana una historia que, supongo, tendrá mucho que ver con su autobiografía, pero también con los avatares del país. Sus textos, muy bien elaborados, se combinan con interpretaciones musicales. Me sorprendió al comenzar ilustrando la infancia con mi vals “Memoria de un patio” y siguió y siguió con tangos y valses de autores clásicos y contemporáneos. Fueron 18 interpretaciones de Guillermo Ibáñez, Patricia Martínez y Alejandra Delfino mientras el actor Victorio Crimi oficiaba de relator.

La atención no desfallece en ningún momento porque la obra tiene fluidez expositiva, tiene encanto y tiene buenas actuaciones de los cantantes puestos, también, a actuar.

Osvaldo Tubino fue el musicalizador.

El contacto para contratar a “Una vida de tango” son estos teléfonos: 155-221-5096 y 3983-2845 (Marta Iglesias). Vale la pena.

Roberto Díaz

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