Benedicto XVI busca “estrechar la mano de cada mexicano”

El papa Benedicto XVI llegó a México, un país jaqueado por la violencia y el segundo con mayor concentración de católicos del mundo, para iniciar una visita de tres días, en los que encabezará dos actos públicos y se reunirá con el presidente Felipe Calderón.

El papa Benedicto XVI llegó hoy a México, un país jaqueado por la violencia y el segundo con mayor concentración de católicos del mundo, para iniciar una visita de tres días, en los que encabezará dos actos públicos y se reunirá con el presidente Felipe Calderón.

Con puntualidad extrema, Benedicto XVI llegó a las 16.30 (19.30 de Argentina) al aeropuerto de Silao, en Guanajuato, donde fue recibido por el presidente Calderón, ovacionado por miles de fieles que se congregaron en la estación área y homenajeado con un espectáculos de mariachis.

En su discurso de saludo, Calderón expresó la “gran alegría” que significaba su visita, habló del “significado de la presencia cuando el país atraviesa horas aciagas” y admitió los “muchos desafíos” que atraviesa su administración y la población.

El mandatario subrayó que pese a la serie de dificultades “México está de pie, porque tiene un pueblo fuerte y perseverante, que cree en la familia, la libertad y el amor a los demás” y consideró “un gesto de fraternidad” la visita.

Benedicto escuchó, sentado al lado de la Primera Dama y delante de dos banderas mexicana y del Vaticano, y luego agradeció la “cálida bienvenida” de Calderón y destacó que estaba “muy feliz” de estar en territorio mexicano.

En un mensaje que leyó en un claro español y marcado tono religioso, el pontífice recordó la figura de Juan Pablo II, resaltó el “momento significativo e importante” de su venida y puso de relieve su deseo de “estrechar la mano de cada mexicano”.

Presenciaron el acto 185 cardenales, arzobispos y obispos, y la comitiva que acompaña al Papa, entre los que se cuentan sus secretarios privados, Georg Gaenswein y Alfred Xuereb; el maestro de ceremonias Guido Marini; y el ministro de Exteriores del Vaticano, Dominique Mamberti.

También el vocero papal, Federico Lombardi; el responsable de la organización de los viajes apostólicos, Alberto Gasbarri; el jefe de la Gendarmería Vaticana, Domenico Giani, y dos elementos de la Guardia Suiza Pontificia.

Antes de su arribo, en declaraciones que hizo en el avión a los periodistas que acompañan su gira, Benedicto aseguró que la violencia y el narcotráfico en México “responden a un culto desenfrenado al dinero”.

Para Benedicto XVI, la Iglesia tiene la responsabilidad de afrontar el gran problema de las drogas y la violencia en México, donde murieron unas 50.000 personas de manera violenta en los últimos cinco años.
“Debemos hacer lo posible contra ese mal”, afirmó el pontífice, que llamó a la Iglesia a “desenmascarar” las mentiras y las falsas promesas materiales del narcotráfico. “Nuestra gran responsabilidad es educar las conciencias”, indicó.

Para evitar la altura de la capital mexicana por recomendación médica, Benedicto XVI se moverá en el centro del país, una de las zonas más religiosas de México, entre las ciudades vecinas de León, Silao y Guanajuato.

Benedicto fue saludado por miles de jóvenes que hicieron una cadena humana en los 38 kilómetros que separan el aeropuerto y el colegio Miraflores, donde pasará la noche.

Más de 13.000 militares y policías, francotiradores y perros entrenados participan del operativo de seguridad diseñado para la visita, que incluirá dos importantes contactos del Papa con la población, el primero de ellos mañana mismo.

Es que después de verse en privado con Calderón, Benedicto saludará a unos 1.800 chicos en la Plaza de la Paz de Guanajuato.

El acto más representativo será el domingo en Silao, con una misa al aire libre en el Parque Bicentenario, al pie del Cerro del Cubilete, donde hay un enorme monumento a Cristo Rey con los brazos abiertos.
La cifra de asistentes podría sobrepasar por mucho la de los 300.000 que tendrán boletos para entrar.

México, en cuya capital están permitidos el aborto y los matrimonios entre personas del mismo sexo, es uno de los países con mayor número de católicos en el mundo, con 83,9 por ciento de sus 112 millones de habitantes, pero muchos se alejaron de su fe ante el avance de los cultos evangélicos y populares al margen de la Iglesia.

No parece casual, por eso, que el Papa alemán haya elegido para su primera visita a México la región denominada El Bajío, una zona central que abarca partes de los estados Guanajuato, Querétaro, Michoacán y Jalisco, y donde se libró entre 1926 y 1929 la Guerra Cristera, un enfrentamiento civil con miles de muertos entre milicias de católicos armados con el gobierno contra restricciones a la libertad de culto, al grito de “Viva Cristo Rey”.

Además de su misión pastoral, el viaje de Benedicto XVI es interpretado en México también como una visita con intencionalidad política, en momentos en que en una semana se inician las campañas proselitistas con miras a las elecciones presidenciales del 1 de julio para determinar al sucesor de Calderón.

Los cuatro candidatos presidenciales fueron invitados a la misa del domingo, pero no tendrán audiencias privadas.

La visita de Benedicto terminará el domingo, cuando emprenda su viaje a Cuba, otro difícil destino pastoral y político, donde la disidencia viene actuando en los últimos días para atraer la atención del Papa a sus reclamos contra el gobierno de La Habana.

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