Bar de la Galería y la satisfacción de ayudar a los que lo necesitan

Fiel a una historia familiar vinculada al sector gastronómico y a la solidaridad, el titular del reconocido Café de la Galería de Mitre 351, frente al antiguo Palacio Municipal, sorprendió a muchos transeúntes que pasando por el frente de su local leían un cartel que ofrecía un café con leche o una sopa a todo aquel que lo necesitara.

“A mí me da mucha felicidad poder darle de comer algo a alguien”, reconoció su titular, Gustavo Cirilli en diálogo con La Ciudad.

Muchos podrán pensar que esta “movida solidaria” tiene que ver con paliativos para transitar la crisis que genera la pandemia, pero sin embargo Cirilli lleva más de cuatro décadas trabajando con esta filosofía que lo hace sentir bien.

Cuando su familia tenía un restaurante en el barrio porteño de La Boca, esta actitud de ayudar al prójimo con un plato de comida era una constante.

“Tuvimos un restaurante en La Boca durante 40 años, con mis viejos, y nunca se le negó un plato de comida a una persona”, comentó Cirilli, quien agregó que también concurría a dicho local la gente que mandaba la iglesia, sabedores de la bondad de la familia, o bien aquellos que enviaba su tío, que trabajaba en los bomberos y conocía las necesidades de aquellos que iba al cuartel por una pequeña ayuda.

“Es una filosofía de vida que adopté hace muchos años, a través del movimiento de los Hare Krishna, con quienes se realizan proyectos sociales y se trabaja haciendo comida y repartiendo donde se necesita”, resaltó.
En el Café de la Galería Gustavo Cirilli lleva cuatro años, pero desde hace uno que lo conduce solo, ya sin su socio de otrora. “El cartel ofrece un café con leche o una sopa, pero normalmente hago comida y también les doy, porque siempre es preferible regalar la comida que tirarla”, remarcó.

“No es una idea que surge como todas, lo que surge es la necesidad.

Nace del corazón de uno, puedo ayudar a alguien y eso te da más ganas de hacer”, describió.

Las personas que se acercan al Café de la Galería son variadas, desde dos nenes que son hijos de una pareja de cartoneros que van siempre porque les gusta la sopa, hasta una mujer que siempre “para” con sus nietos chiquitos frente del Banco Nación.

“Un día vino uno de los nenes a pedir si tenía algo y, como eran las ocho de la mañana le hice un café con leche -recordó Cirilli- y un día, cuando le dije que se sentara en una mesa para tomarlo, me cuenta que estaba con la abuela”.

“Después (la señora) venía con los cuatro nietos todas las mañana a tomarse su café con leche. Yo me sentía bien y ellos se sentían bien”, resumió, Cirilli, quien remarcó que es un afortunado en poder ayudar porque si bien nunca tuvo auto o casa propia, jamás pasó hambre o necesidades.

Consultado sobre si los demás clientes o vecinos se acercan a sumar su colaboración con los que menos tienen, remarcó que “la gente no es de traer elementos para ayudar, pero si colaboran de otra manera”.

“A veces la gente pasa, ve el cartel, entra y me deja 500 pesos para que quede paga algunas de esas consumiciones. O gente que te dice que no sabe cómo ayudarte y te deja plata. O una familia que estaba en el auto estacionado, vieron el cartel y decidieron merendar acá, hacer el gasto en este lugar como para ayudar”, relató.

“Esas cosas me sorprenden porque yo no podría hacerlo, no tengo ‘una luca’ para dártela y que le des de comer a la gente”, resaltó Cirilli.

“También tenés a los piolas que vienen por el cartel y te das cuenta que no necesitan que los ayudes, pero tampoco se los niego. Si sos malo, te va a volver. No me molesta”, sostuvo.

Para Gustavo Cirilli la iniciativa nada tiene que ver con el marketing ni la publicidad, de hecho su familia se enteró por redes sociales de lo que estaba haciendo. Para él, simplemente es continuar con el legado de sus padres que le inculcaron esos valores y con la satisfacción de saber que ese día “hizo algo por el otro”.

noticias relacionadas