Avellaneda – Lanús peregrinó a Luján

Con el lema “Con María, caminamos sin miedo”, el sábado 6 de septiembre se realizó la peregrinación de la diócesis de Avellaneda – Lanús a la basílica de Nuestra Señora de Luján. El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, presidió misa concelebrada con el clero diocesano y religioso, y al terminar la celebración, los peregrinos rezaron en la Plaza Belgrano el Rosario Misionero.

Con el lema “Con María, caminamos sin miedo”, el sábado 6 de septiembre se realizó la peregrinación de la diócesis de Avellaneda-Lanús a la basílica de Nuestra Señora de Luján. El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Frassia, presidió la misa concelebrada con el clero diocesano y religioso.

Durante la celebración eucarística, monseñor Frassia reflexionó sobre la fe y la alegría que Dios quiere comunicar a los hombres. Manifestó que en un mundo de dolor, los creyentes “pueden beber de la fuente de Dios el don de la alegría”.

La alegría, señaló el obispo, “consiste en saberse amados por Dios y confiados en Él de que seremos salvados”. Al respecto, agregó: “No tenemos alegría porque las cosas nos van bien; ¡tenemos alegría porque sabemos que, para Dios, somos importantes, que nos ama entrañablemente, que no juega con nosotros, que nos considera, nos piensa, nos bendice, nos protege, nos cuida y nos ama!”.

Monseñor Frassia también puntualizó que la alegría de saberse amado por Dios debe llevar al cristiano a ser capaz de consolar a los demás. Esto implica “salir del egoísmo”, apuntó, y dejar de lado “el individualismo y el consumismo que esclavizan la vida”.

“Dios nos transmite alegría y consolación, y nos invita a consolar a los demás –insistió-. Porque Cristo es el centro de nuestra vida, tenemos que hacernos a un lado, descentrarnos para que el centro sea el Señor. Cuando Cristo es el centro de nuestra vida, la alegría no va a faltar jamás y la consolación va a estar presente en medio de nosotros porque Cristo es nuestra fuerza y sostén”.

El obispo también indicó que el fervor apostólico nace cuando Dios tiene presencia en la vida, y en cambio, se apaga cuando el Señor “ya no tiene más nada que decir”. Al respecto, invitó a tener siempre una actitud humilde, que se manifiesta en el peregrinar, en el acercarse a la Virgen intercesora “como pobres”, para que Jesús permanezca en la vida de cada uno.

Monseñor Frassia concluyó su homilía invitando a rezarle a María por la diócesis y por cada uno de sus miembros, para que todos vuelvan a dar frutos.

Al terminar la celebración, los peregrinos rezaron en la Plaza Belgrano el Rosario Misionero.

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