Avellaneda-Lanús celebró el 20º aniversario del seminario San Pablo VI

El obispo, monseñor Margni, presidió la celebración, en la que también admitió a cuatro aspirantes a las sagradas órdenes e instituyó en el ministerio del lectorado a otro miembro de la comunidad.

El seminario diocesano San Pablo VI de Avellaneda-Lanús celebró el sábado 23 de septiembre su 20º aniversario. El obispo, Marcelo Margni, presidió la celebración eucarística junto con clero diocesano, los seminaristas, familiares, amigos y varias comunidades que se acercaron a celebrar la vida de esta porción de la Iglesia que peregrina en los partidos de Lanús y Avellaneda.

 

Durante la celebración, el obispo admitió como candidatos al ministerio a cuatro aspirantes a las sagradas órdenes: Carlos, Agustín, Nahuel y Kevin, y celebró la institución en el ministerio del lectorado de Ezequiel.

 

El prelado comenzó su homilía dando gracias a Dios “por dos décadas de camino de esta comunidad formativa que es el Seminario de Avellaneda-Lanús”.

 

Reflexionando sobre los veinte años de camino, expresó: “No son muchos, pero tampoco son pocos. Celebramos este aniversario dando inicio a lo que, de algún modo, será un nuevo período al asumir el padre Federico (Nadalich) la conducción de la comunidad formativa”.

 

A su vez, destacó el misterio del Señor como pastor de su pueblo: “Es un lindo misterio para contemplar en esta celebración, el misterio de Jesús que da cumplimiento a la profecía de Ezequiel, ocupándose del rebaño, librándolo de la dispersión, reuniéndolo y apacentándolo”.

“El seminario fue concebido como una posibilidad de servicio a la nueva realidad de Avellaneda-Lanús, un modo de formar pastores que puedan reunir lo disperso, que sepan apacentar, cuidar”, recordó.

 

En ese sentido, señaló algunos grandes propósitos: “aprender a buscar a la oveja perdida, aprender a hacer volver a la descarriada, aprender a vendar a la herida y a curar a la enferma, y aprender también a exterminar toda tentación de apacentarnos a nosotros mismos, de dejarnos llevar por los egotismos ambiciosos de poder que engordan egos enfermos y robustecen autoritarismos destructivos”.

 

“Dejemos actuar al buen Pastor, que sabe exterminar la ambición y la prepotencia, porque él -como dice el profeta- apacienta con justicia”, añadió.

 

Por otro lado, indicó que la cúspide del aprendizaje pastoral “pone el aprender a dar la propia vida en contraposición a la actitud de quienes abandonan frente a los peligros y la dispersión”.

 

“Cuánto me alegra pensar que se están preparando escuchando la voz del Señor para ayudar a sus hermanos a escuchar también su voz, porque es escuchando su voz que podemos cuidar, hacer descansar y apacentar a su pueblo tan cansado y a veces tan descuidado”, alentó.

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