Avellaneda baila al ritmo del jazz

La orquesta “Avellaneda Big Band” es una agrupación sin precedentes en nuestra ciudad.

 

La diversidad de sonidos y edades son algunas de las características que enriquecen a la orquesta Avellaneda Big Band, una agrupación sin precedentes en la ciudad.

 

“No venimos por la plata sino por la música”, afirma Fernando di Pace, director de la orquesta de jazz Avellaneda Big Band, una agrupación nacida en mayo de 2011.

 

Desde entonces, 25 músicos se reúnen una vez por semana en el Instituto de Música de la Municipalidad de Avellaneda (IMMA) – sito en la calle Colón 433 – donde se gestó este proyecto, para ensayar con sus clarinetes, saxos, trompetas, trombones, pianos, batería y percusión, bajo y guitarra eléctrica.

 

La exigencia para integrar esta mega banda es tan alta, que un músico tiene que tener un mínimo de cuatro años de experiencia en alguno de esos instrumentos. Si bien la mayoría de los miembros son alumnos y ex alumnos del Instituto, también participan músicos de distintas agrupaciones y estudiantes de otras escuelas.

 

La edad no es un impedimento para integrar la banda. De hecho, la brecha generacional es uno de los aspectos interesantes de su composición ya que es tan amplia que la componen músicos que van desde los 16 a más de 60 años. “Lo lindo es la interacción entre sus integrantes y es un avance muy importante dentro de la banda el poder integrar gente de distintas generaciones”, asegura Di Pace, quien además destaca que los más grandes “hacen hasta de docentes al lado de los nuevos instrumentistas, dándole todo el bagaje que han desarrollado en su vida profesional como músicos”.

Uno de los más jóvenes del grupo es el bajista David Pereyra, de 17 años, que estudia música hace 6 años y Di Pace lo citó a la banda este año. Con el debut a cuestas en la Asociación Gente de Arte – Alsina 224 – y frente a la mirada del intendente Jorge Ferraresi, asegura que aprende mucho en la banda y se carga la responsabilidad de mejorar cada día más para alcanzar el nivel de sus compañeros. “Siento que depende de mí que salga bien porque ellos ya lo hacen bien de una”, confiesa.

En contraposición, Di Pace dice: “David tiene una visión desde la inexperiencia y es entendible porque recién empieza a tocar con un grupo tan grande, pero no sabe que del otro lado, a todos nosotros nos hace bien tocar con ellos, con los más jóvenes”.

En la misma sintonía, el saxofonista Alberto Fuster, de 61 años, afirma: “Nos olvidamos de la edad que tenemos cuando hay jóvenes tocando con nosotros. Quizás ellos piensan de otra manera, pero uno se siente bien tocando con jóvenes porque es otra forma de pensar, otra idiosincracia”. En la misma línea, Di Pace agrega que “la relación musical se va armando en el camino y se va aprendiendo mucho con los jóvenes”.

En cuanto a las metas por cumplir con la Avellaneda Big Band, el joven Pereyra comenta que quiere consolidarse como miembro estable de la banda.

“Primero me gustaría integrar la banda completamente y sueño con tocar en lugares grandes y con mucha gente como el Teatro Roma”, asegura. En cuanto al alcance de la música que hacen, Fuster confiesa que su objetivo es “llegar a más público y que los jóvenes y chicos se acerquen más a la música y al estudio de los instrumentos”.

 

 

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