Ataque de pánico, interpretación catastrófica de las vivencias

Escribe la Lic. Andrea Fabiana Varela Seivane.

En el trastorno de pánico, el individuo lo que hace es vivenciar una crisis de pánico, porque lo que ocurre es que tiene una tendencia a interpretar ese ataque de pánico de una manera catastrófica, es decir, que sus sensaciones corporales se potencian cuando son producidas durante una respuesta de ansiedad normal, por ejemplo, palpitaciones, mareos, disnea, etc.

Esta interpretación catastrófica, comprende el percibir y comprende el distorsionar estas sensaciones, entonces el individuo las va tomando como indicativas de un desastre inmediato, que puede ser físico o mental, y que a su vez tiene como consecuencia, llevar a la incapacidad, la locura o la muerte.

Los estímulos que desencadenan esta crisis de pánico, pueden ser estímulos externos como por ejemplo, volver a estar en una situación parecida a la que con anterioridad se experimento un ataque, o también los estímulos que desencadenan esta crisis de pánico, pueden ser estímulos internos, que son los que tienden a aparecer más frecuentemente, como por ejemplo, las sensaciones que antes mencionamos, las palpitaciones, los mareos, la disnea, etc., que son capaces de fabricar pensamientos e imágenes catastróficas. Con la repetición de las crisis de pánico, el individuo va generando un círculo vicioso, que padece y que se perpetúa por la vigilancia exagerada de sus sensaciones y por la magnificación que constantemente realiza. Los estímulos, al ser percibidos como una amenaza, provocan que el enfermo, vaya desarrollando un estado de aprensión, que produce que se amplíe cada vez más la esfera de sensaciones corporales que son vividas negativamente, lo que a su vez, incrementa aún más la aprensión, y va así, convirtiéndose en un verdadero círculo vicioso.

El problema real aparece, cuando una vez que el individuo ya ha desarrollado una tendencia a interpretar catastróficamente sus sensaciones, la persona se va convirtiendo en un exagerado vigilante de sus sensaciones, y va focalizando repetidamente la atención, en su funcionamiento visceral. Por mantener este foco interno de atención en su funcionamiento visceral, es que le hace percibir sensaciones, que habitualmente pasan desapercibidas para casi la mayoría de los otros individuos, y generalmente esto hace que el enfermo, pase a considerarlas como evidencias adicionales, de que padece un serio trastorno físico o mental.

Otra cuestión importante, es que el individuo que padece estas crisis, desarrolla una tendencia al aislamiento, que por otra parte también puede producirle una fobia, lo que produce que tienda a restringir o a reducir sus actividades habituales, y va evitando por ejemplo, realizar algún tipo de esfuerzo o actividades físicas, ya que esto le provoca un gran miedo, por la posibilidad de la aparición de las palpitaciones y de otras sensaciones, que son malinterpretadas por el individuo, por ejemplo, como una señal inequívoca de que padece una enfermedad cardíaca.

Existen muchos tratamientos para trabajar estas crisis, lo más importante es que el principal objetivo no se pierda de vista, trabajar para poder ir elaborando y con el tiempo, modificar estas interpretaciones catastróficas, que producen mucha angustia y que son generadas a partir de las sensaciones corporales que el individuo va vivenciando durante las crisis de pánico. Los pacientes que padecen trastornos de pánico, suelen ser personas algo desconfiadas, y dudan, sobre todo si vienen con una historia de vida, que está colmada de fracasos y repleta de frustraciones terapéuticas anteriores, que no le han dado resultado y que no han logrado remitir sus síntomas, generalmente, porque el mismo paciente se niega a comprometerse con su trabajo de terapia, con su trabajo de elaboración, no de una manera conciente, sino inconciente, por ejemplo, después de unos meses de terapia, creyendo que todo esta solucionado porque siente una mejoría, abandona el tratamiento.

Tanto estímulos internos, por ejemplo pensamientos e imágenes, como estímulos externos, por ejemplo las situaciones que son las que producen miedo o ansiedad, provocan en las crisis de pánico, que el individuo induzca una hiperventilación, la que a su vez provoca una alcalosis y fenómenos periféricos de angustia, por ejemplo, taquicardia, mareos, sudoración. Si estos síntomas son interpretados a su vez de una manera catastrófica por el sujeto, por ejemplo como signo de una enfermedad cardíaca grave, se va a poner en marcha una espiral ascendente de ansiedad que lleva al pánico, producto de una realimentación de síntomas fisiológicos, subjetivos y conductuales.

Licenciada en Psicología
Andrea Fabiana Varela Seivane
MN 34156
Consultas al 4205-0549 155-143-6241

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