Analizaron el impacto de la pandemia en la salud mental

Se trata de un trabajo de la Universidad Nacional de Córdoba y del CONICET, que indagó sobre la influencia del ASPO en este aspecto sanitario. En los estudios, realizados a nivel nacional, se observaron indicadores como nivel de depresión, riesgo de suicidio y ansiedad, entre otros.

facebook sharing button
Un equipo de investigación de la Universidad Nacional de Córdoba y del CONICET analizó el impacto del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) en la salud mental a partir de encuestas online realizadas a la población en general, mujeres, estudiantes universitarios y trabajadores de la salud de diferentes regiones del país.

“Nuestras investigaciones subrayan la necesidad de promover la investigación sistemática sobre diversos aspectos de la salud mental integrando aportes de la psicología y las neurociencias”, resaltó Juan Carlos Godoy, uno de los investigadores a cargo del estudio.

Los estudios fueron conducidos en conjunto con la doctora Cecilia López Steinmetz e iniciaron cuando el brote de COVID-19 comenzó a expandirse por elmundo. “Los antecedentes científicos surgidos del estudio de otras pandemias y epidemias alertaban sobre el hecho de que este tipo de eventos sanitarios puede tener impactos negativos en la salud mental tanto a corto como a mediano y largo plazo”, señaló López Steinmetz.

“En estas investigaciones, pudimos evaluar indicadores generales y específicos como, por ejemplo, nivel de depresión, riesgo de suicidio, ansiedad, estrés, impulsividad, consumo de alcohol y sus consecuencias y antecedentes de algunos trastornos mentales”, indicó el doctor en Psicología.

Si bien, desde hace algunos años, la importancia de la salud mental está tomando fuerza en las agendas políticas y mediáticas, hasta el momento, nunca se realizó un relevamiento a nivel nacional y sostenido en el tiempo para evaluar el estado general.

Para Godoy y Steinmetz, recabar este tipo de información resulta crucial. “Necesitamos tener una línea de base para conocer el estado general de la salud mental de las y los argentinos: niños y niñas, adolescentes, adultos y adultos mayores”, asegura Godoy a la vez que plantea que “Argentina no se puede dar el lujo de no tener esta información porque es crucial a la hora de pensar y diagramar políticas públicas efectivas para todos los niveles de gobierno”.

 

Un escenario crítico que requiere atención

Para el estudio sobre la población general, el análisis fue transversal, es decir, se examinó a esa muestra durante las sucesivas extensiones de la cuarentena. “En ese período -detalló Godoy-, a medida que pasaban las fases de la cuarentena, en las comparaciones entre grupos, se percibía un patrón de empeoramiento en cuanto a la depresión. La ansiedad, al igual que el riesgo de suicidio, siguió parcialmente ese patrón, con puntuaciones medias que aumentaban en la segunda y tercera extensión de cuarentena, pero que luego se mantuvieron estables en las siguientes etapas”.

En el caso de las mujeres, los indicadores generales fueron significativamente peores durante los subperíodos de cuarentena más largos. “Factores como ser más joven, tener antecedentes de trastornos mentales y las duraciones de cuarentena más prolongadas se asociaron con un empeoramiento del estado de salud mental. En tanto, la ausencia de intentos de suicidio previos tuvo un efecto protector”, señaló el especialista en Neurociencias y Psicología Cognitiva.

Este escenario se repitió en el estudio sobre estudiantes de grado y, nuevamente, se halló que las mujeres de la muestra estaban más deprimidas y ansiosas. “En particular -puntualizó- las mujeres jóvenes y con antecedentes de trastornos mentales y comportamiento suicida, se vieron más afectadas bajo condiciones de cuarentena restrictivas obligatorias.”

Por su parte, uno de los estudios longitudinales reveló que tener antecedentes de comportamiento suicida predijo significativamente una peor salud mental en estudiantes universitarios con y sin antecedentes de trastornos mentales. “El empeoramiento de la salud mental ocurrió durante las fases de cuarentena más breves y más restrictivas, mientras que algunas de las remisiones ocurrieron durante las más largas, pero menos restrictivas”, destacó Godoy.

Por último, en otro estudio longitudinal, evaluaron al personal de salud, a quienes, además de los indicadores generales y específicos, se le sumaron preguntas sobre el contagio por COVID-19 y su autoevaluación en su función laboral. “Se observó un empeoramiento significativo en la salud mental de los trabajadores que expresaron incertidumbre por estar infectados y un deterioro general en el desempeño laboral a lo largo del tiempo”, aseguró el investigador del CONICET.

“Desde la primera medición hasta el seguimiento a los cuatro meses, más trabajadores de la salud presentaron indicadores generales vinculados con trastornos mentales comunes (40 por ciento vs 45,57 por ciento) y depresión y/o ansiedad (52,46 por ciento vs 62,62 por ciento). Asimismo, hubo interacciones significativas entre tener algún antecedente de trastorno mental y la preocupación por la infección por COVID-19, las cuales influyeron en un peor estado de salud mental”, puntualizó.

 

Conocer para actuar de forma eficaz

Los investigadores señalaron que ninguno de los eventos sanitarios previos resultó ser comparable con esta pandemia y que, por lo tanto, nadie sabe si las consecuencias negativas que se registraron en la salud mental de las personas durante este aislamiento serán duraderas o no.

 “Si contamos con evidencia científica durante la pandemia y si damos continuidad a las investigaciones sobre salud mental en este contexto, podremos saber si estos efectos negativos son duraderos en la pospandemia”, indicó López Steinmetz.

noticias relacionadas