Alberto Santiago, un campeón hacedor de campeones

Actualmente es el Técnico de la Selección Nacional para la Confederación Argentina de Natación.

Cuando uno escucha hablar a Alberto Santiago, se ilusiona al pensar que el deporte argentino todavía tiene una esperanza. Qué bueno sería escuchar hablar a otros entrenadores de selecciones nacionales con esa misma convicción.
Por suerte, las palabras que salen de su boca no se vuelan con el viento ni se escurren como el agua entre los dedos. Cada cosa que dice tiene un sustento y su exitosa trayectoria avala su discurso.

Actualmente, Alberto Santiago es Técnico de la Selección Nacional para la Confederación Argentina de Natación y, al mismo tiempo, dirige un Plan de la Secretaría de Deportes de la Nación que tiene por objetivo la Detección y Desarrollo de talentos para el alto rendimiento.

“Si a mí me dijeran que vamos a hacer una natación social, como los campeonatos Evita o como los torneos Bonaerenses, para esas competiciones, la natación en nuestro país está en un nivel excelente. Pero estaríamos haciendo lo que pregonaba el Barón de Coubertin: competir por competir, para enriquecer el espíritu a través el deporte. Lo que yo hago es completamente lo contrario”, afirmó con una mueca, el entrenador.

Es que su función es, precisamente, encontrar nuevos talentos -chicos que demuestren condiciones y que estén dispuestos a ser los mejores- y entrenarlos para que sean los mejores de su federación, de la Argentina y del mundo. Así es la alta competencia. Puro rigor. Algo de lo que el técnico conoce mucho.
“Desde hace 3 años, estoy trabajando con 3 o 4 chicos en forma estable, pero pasaron como 20 o 30. Lo que pasa es que no aguantan el entrenamiento, la disciplina. Pero el que quiere ser campeón, tiene que hacer este sacrificio. Y lo que yo les hago hacer es lo que realmente se necesita para tener un resultado de alto nivel”, comentó Santiago, con relación a su estricta e inflexible modalidad de trabajo.

Desde muy joven, su vida ha transcurrido en el agua. Fue nadador hasta los 19 años, tiempo en el que se consagró varias veces campeón argentino de aguas abiertas (competencias de larga distancia). Después jugó unos años al waterpolo en Independiente, pero dejó para estudiar Educación Física. Luego se casó y volvió a nadar profesionalmente durante unos 5 años, llegando a esta quinto en el ranking mundial de nadadores de aguas abiertas.

Con gran orgullo Santiago recuerda las apasionantes maratones que corría: Buenos Aires – Rosario y Santa Fe – Coronda, eran los clásicos locales. Y ya en el plano internacional se dio el lujo de hacer Capri – Nápoles y de nadar en los míticos lagos San Juan y Michigan, de Canadá y Estados Unidos, respectivamente.

En Independiente, el club de sus amores, arrancó como guardavidas y fue creciendo hasta convertirse en entrenador. Su pasta de nadador no tardó mucho en trasladarse a sus alumnos. “Ahí tuve, puedo dar pruebas de eso, los mejores equipos de natación de la historia del club. Entrené por ejemplo a (Virginia) Sachero (rankeada 2º en el mundo), tuve campeones argentinos, campeones sudamericanos, records sudamericanos. La verdad es que siempre dirigí equipazos”, destacó el entrenador nacional.

Su experiencia a cargo de seleccionados también le permitió ser técnico olímpico, además de entrenar planteles que disputaron torneos panamericanos y tuvo varias oportunidades de trabajo en el exterior. Pero siempre apostó a los proyectos en nuestro país. Durante 10 años concesionó la pileta del Club Progresista, de Piñeiro. Y en la actualidad, destina parte del tiempo que le queda para dirigir integralmente el natatorio del Club Varela Juniors, de Florencio Varela.

Su labor más light la tiene como profesor del Instituto de Educación Física de Avellaneda desde hace muchísimos años y hasta hace dos años fue profesor -durante 35 años- en el Colegio San Martín, una institución que quiere mucho y en la que “creció como docente, junto al Director Carlos Vileló”.

“Ahí daba clases a chicos de jardín de infantes y me sentía muy feliz trabajando con ellos, pero cuando me salió esta oportunidad empecé a faltar mucho, porque al estar ligado al deporte nacional me tomaba licencias a donde iba. Entonces renuncié porque no me parecía justo”, señaló con sinceridad.

Brazada a brazada

La rectitud y honorabilidad de Alberto Santiago suelen incomodar a algunos directivos que él mismo define como “incapaces”. “Creo que ahora con la creación del ENARD, que es un parte del Comité Olímpico Argentino, existe una gran posibilidad de desarrollo del deporte. Pero acá no hay quién se ponga los pantalones y diga lo que realmente hay que hacer, a capa y espada. Se pretende manejar la parte científica con la política”, afirmó, con indignación.

Celoso de sus equipos, “el Colo” define muy bien su territorio. “Si se meten en mis andariveles, se arma”, advierte.
Su gran profesionalismo y rigurosidad, que él considera indispensables para lograr buenos resultados en el alto rendimiento, hacen que los que no lo conocen bien etiqueten su trabajo como si se tratara de un régimen militar.

Alberto se defiende con máximas simples. “Ningún pueblo puede crecer sin orden y disciplina. Pero eso no tiene nada que ver con lo militar. En el deporte, a este nivel, si uno quiere lograr grandes cosas, no hay que ser normal”, señaló elocuente.

Para el entrenador, lo más importante es “aclarar bien, desde el principio, cuál es el objetivo y el camino”.

La preparación de los chicos es un trabajo arduo, no sólo por cuestiones geográficas –es difícil nuclearlos en una ciudad, porque cada uno vive y estudia en sus provincias- sino también por la infraestructura que a veces no alcanza.

“Los pibes suelen entrenarse en sus lugares, con sus técnicos. Lo malo de esto es que a veces los muy buenos nadadores, no están con los mejores técnicos. Con lo cual, si bien se logran algunos resultados, podrían haber sido maravillas. Por eso los brasileros nos pasan por encima. Venezuela y Colombia están avanzando. Perú se nos está acercando en juveniles”, reconoció Santiago, al tiempo que agregó que muchas veces el CENARD ya les queda chico para entrenar.

“Lo que hago ahora es un desafío que me lleva mucho tiempo”, prosiguió el técnico nacional. A la mañana, tres veces por semana entrenamos una hora de gimnasio. Los demás días, antes de entrar al agua, los chicos hacen un trabajo de fuerza de media hora. Más once sesiones semanales de agua, de dos horas y media. Todos los días son, mañana y tarde, mañana y tarde. Con lo cual, llegan a nadar aproximadamente 90 kilómetros semanales, arriba de 16000 metros por día, en doble sesión”, destacó Santiago.

El cazatalentos continuó explicando que ahí no termina su trabajo. “A eso tenés que sumar el tiempo que te lleva planificar toda esa rutina. No podés llegar y decirle al chico: hacete diez largos. ¡No! Porque estás trabajando con alguien que te está entregando su vida y que es distinto”.

“Los papás me entregan a sus hijos, que no son ladrillos (bromea), y ellos tienen que estudiar y prepararse porque van a representar a un país (se pone serio). Nadie se da cuenta de eso. Pero el poder que tengo es impresionante. Y lo uso de la mejor manera. Por eso a veces tengo muchos problemas”, reconoció el entrenador, que aún a los 62 años, tiene hambre de gloria por sus dirigidos.

“Ahora estoy abocado a un chico que se llama Martín Naidich, que es un fondista. Nadador de 800 o 1500 m. No sólo quiero que vaya a los juegos olímpicos, sino que entre por la puerta grande y que pelee. Estamos luchando”, aseguró, hablando ahora en primera persona del plural.

Activo, divertido y ciento por ciento profesional, así es el profe Alberto Santiago. Un tipo que vive para trabajar y que en lo suyo, es un verdadero campeón. Campeón, hacedor de campeones.

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