Acerca de la odontología y el tango

Escribe Luis Alposta

Uno de los primeros datos referentes a enfermedades dentales los encontramos en unas tablillas sumerias que tienen una antigüedad de 7.000 años; en ellas se señala que el dolor de muelas se debía a la presencia de pequeños gusanos que las roían.

El desarrollo de la odontología como una especialidad independiente se inició en el Antiguo Egipto; las tumbas de aquel tiempo contienen inscripciones que indican que los dentistas se contaban entre los especialistas médicos. No existe ninguna evidencia de que los egipcios realizasen odontología reconstructiva, pero sí de que los etruscos han sido los primeros en reemplazar las piezas dentarias perdidas.

Mucho tiempo después, cuando los siglos comenzaron a contarse hacia delante, el enciclopedista romano Aulio Cornelio Celso trató las enfermedades dentales y sugirió que antes de extirpar un diente con caries, éste debía ser rellenado con hilos para evitar su rotura. El médico griego Galeno, que vivió en Roma durante el siglo II, fue más expeditivo y, para el caso, recomendó el empleo de una lima. De ahí que pueda ser considerado, también, como el padre del torno.

Y para aquellos que pongan en duda la autenticidad de muchas buenas sonrisas de antaño, recordemos que recién en 1935 se introdujo la resina acrílica polimerizada como una base para los dientes artificiales.

Descubrimientos posteriores, en materia de música popular, nos dejan con la boca abierta al comprobar que hay tres tangos que aluden a la odontología: “Saca muelas” de Alberto Mascazzini; “Dolor de muela” de César Donnauro y, el más conocido de todos: “La muela careada” , un tango criollo que Vicente Greco le dedicó a su amigo Agustín Bardi.

luisalposta@fibertel.com.ar

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