Acerca de la invención del estetoscopio

Escribe el Dr. Rubén Sosa.

Uno de los sucesos que más me han apasionado de la historia de la medicina es como se gestó la invención del estetoscopio. Artilugio que usan todos los médicos, enfermeros, paramédicos, veterinarios, kinesiólogos, algún que otro ladrón para abrir cajas fuertes, etc….

Esta columna no me alcanzaría para escribir todo el material que tengo de su inventor: Renné Hyachinte Teófile Laennec, de hecho hace rato estoy escribiendo una novela acerca de su vida ejemplar y fantástica. Pero ese es otro tema.

¿Viajamos un poco? Vamos hacia la Francia donde la guillotina reina, tiempos convulsionados, fenómenos sociales que llevaron a un cambio de era, la Revolución Francesa y avanzamos un poco, 1816. ¿Si? Gracias por volar con nosotros.

Laennec se pasea por los jardines del Louvre, el pequeño detalle, tal vez sea, que está preocupado porque tiene que revisar a una mujer obesa con un mal cardíaco, y poner su oído sobre el pecho de alguien que pertenece a una sociedad donde el pudor es más fuerte que las ideas revolucionarias que hacen rodar cabezas… Es un problema… O quizás, por qué no, el pequeño detalle que detonó en su mente brillante, fue haber visto a aquellos niños que jugaban en los jardines sentados cada uno sobre una largo madero. Cada uno en un extremo… Uno golpea y el otro riendo escucha perfectamente a la distancia y viceversa.

El mismo relata el episodio de la siguiente manera cuando revisa a su paciente:
“En vano intenté la percusión, el sonido se perdía en la paredes acolchadas de grasa. La edad y el sexo de la enferma, me impedían aplicar el oído sobre su corazón y entonces vinieron a mi recuerdo aquellos niños de los jardines del Louvre. De inmediato pensé que podía sacar el mismo partido si entre el corazón de la enferma y mi oído colocaba un transmisor adecuado. Sin pérdida de tiempo, de la misma habitación de la enferma tomé un pliego de papel, lo arrollé formando un tubo, y lo até con un hilo. Con una extremidad del tubo sobre el pecho de la enferma y el otro en mi oído quede perplejo de satisfacción al percibir los latidos del corazón en forma mucho más clara y distinta que jamás lo había escuchado, aplicando directamente el oído”. Pequeño detalle, Laennec tenía un oído en extremo agudo, con el paso de la historia se lo recordará como “El oído que ve”.

Después…. ¿Como resumir el después? Qué problema, esta columna debe ser breve…. Construye luego una especie de tubo de madera, porque, pequeño detalle, tallaba muy bien la madera, inventa modelos, los perfecciona y los prueba con sus pacientes. Es objeto de burla por los “grandes” médicos de la época, lo llaman: “El médico de la cornetita”. Renné Laennec ausculta miles de pacientes, los acompaña incluso en la muerte y correlaciona las autopsias que él mismo hace y le pone un sonido a cada patología y hace un tratado de auscultación del cual hoy poco podemos cambiar y gracias a esto crea el método anátomo-clínico que aún usamos….

Este sonido de crepitantes, como sal en el aceite hirviendo, es de una neumonía…
Este otro, como olla cascada, es una caverna tuberculosa…

El silencio total, la ausencia del murmullo vesicular, ese susurro que se escucha cuando el paciente inspira y que suena como el viento entrando en un bosque, eso puede ser un neumotorax…

Por favor breves las columnas doctor… M resuena la voz de Alejandra Pérsico, directora de este generoso diario que me permite que escriba. Tiene razón…
Por último entonces quiero confesar que Laennec es uno de los pocos héroes que tengo…. El solito contra la adversidad, por un pequeño detalle de cortesía, frente a una mujer, crea el estestoscopio, pero no se queda con eso, lo perfecciona, lo prueba y crea un nuevo paradigma.

Como tantos en esa época murió de tuberculosis, como su madre cuando él era apenas un niño sin padre a los seis años…

Solito, desamparado, el niño Renné Hachinte Teófile Laennec va a vivir a la casa de un tío… Que era médico.

Nos estamos viendo, pero cordialmente del Latín cordio = corazón, solo se ve con él.

rubensosa@gmail.com
www.historiasenelaire.com.ar

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