A la luz de velas y candiles
Historia de la Iluminación Pública y Privada en Barracas al Sud-Avellaneda. Investigación y Recopilación de Patricia Denti.
«En la pulpería se compraba, se vendía, se dormía, se yantaba, siempre había una guitarra y un payador, dos gallos sangrándose hasta la muerte en un corral de ponchos y un ruedo de patacones tintineantes apostados a la media luz de los candiles de grasa». F. FernÁndez Larrain Memorias con corrales y reseros en Barracas al Sud.
La luz artificial es indispensable cuando la natural desaparece. La primera forma de iluminación artificial se lograba con las fogatas, las chispas que saltaban de éstas se convirtieron en las primeras antorchas, de a poco se fue avanzando en cuanto a la iluminación artificial que fue alimentada con aceites de distintos tipos, gas y finalmente electricidad.
Este trabajo trata de transitar progresivamente el camino de la iluminación artificial pública y privada de Barracas al Sud-Avellaneda, desde la luz del candil a la luz eléctrica.
Durante muchos años hubo pocos cambios en las fuentes de iluminación artificial.
Fue hasta el siglo XVIII que en Inglaterra, donde se inició la Revolución Industrial, ante la necesidad de mejorar la calidad de luz que permitirá prolongar las jornadas de trabajo, fue ideado el quinqué de aceite.
En Barracas al Sud, la iluminación era con velas y quinqués de aceite. Esta lámpara contaba con un depósito para combustible (que era inicialmente aceite de ballena pero debido a la cantidad de mataderos en la zona comenzó a usarse el aceite de pata para tal función), una mecha de tela y un tubo de vidrio que protegía la llama del viento, lo cual permitía que la luz fuese más brillante y estable. Las primeras farolas de alumbrado público de la zona eran alimentadas con aceite y requerían que un farolero recorriese las calles al atardecer para ir encendiéndolas.
Ante la necesidad comenzaron a aparecer las fábricas de jabones y velas y de aceite combustible.
La primera noticia de la existencia de una fábrica de jabón y vela en el área de Barracas al Sud, fue extraída de «La Gaceta Mercantil» y corresponde al año 1825. En 1850 aparece citada una fábrica de velas de estearina de la firma Benner y Cía., de la cual no se ha encontrado otra referencia.
La fabricación de jabones y velas sobre la base de una misma materia prima, generalmente producida por la misma fábrica, que integraba dentro de la simpleza industrial de entonces, el complejo matadero/grasería/jabonería/velería, requerían el empleo de calderas y aparatos purificadores del sebo, calderas para fundír las mezclas y preparar la lejía, marquetas y moldes en el caso del jabín y el montaje de un taller para la fabricación de velas por dos sistemas; el primitivo de varilla o chorro y el de moldeado, empleando moldes de estaño y plomo.
Entre 1858 y 1860, se fundaron en el pueblo de Barracas al Sud dos fábricas de jabón y velas que llegaron al Siglo XX; en 1858, la Grasería, Velería y Jabonería La Estrella, del súbdito francés y notable vecino Don Juan Bautista Paláa, y en 1860 la fábrica de Jabón y Velas del Don José Morando e hijos, una de las más importantes del país en su tiempo.
De la fábrica de Paláa, el periódico L Independant, órgano de la colonia francesa de Buenos Aires, dijo en su edición del 24 de junio de 1869, que la fábrica es una de las más bellas del país y sus productos son estimados a la vez por su excelente calidad y la regularidad de su fabricación. Paláa, que murió en Avellaneda, rodeado de la general estimación, fue reiteradas veces municipal (concejal), teniendo a su cargo el ramo de las obras públicas.
De don José Morando dice una crónica, que fundó su sencilla fábrica de velas de sebo y jabón en la que era patrón, capataz y hasta peón cuando era necesario, y que en ella cifró todas sus esperanzas y consagró todas sus energías; fue un hombre extraordinario con un temple de alma enérgico y cualidades excelentes.
Investigación y Recopilación: Patricia Denti
Bibliografía: Archivo Histórico
Municipal F. F. Larrain
patriciadenti@hotmail.com