Bajo un sol primaveral, la Imagen Cabecera de la Virgen que acompaña a los fieles inició su recorrido desde el templo luego de la misa que ofició monseñor Horacio García ante una multitud emocionada que saludaba entre lágrimas y pañuelos blancos a la Virgen al salir de la iglesia.
Un jolgorio popular que se vestía de zapatillas deportivas, gorras y ropa cómoda inició su caminata rodeado de estampitas, flores y otras imágenes religiosas, cuya escena completaban los cantos a Jesús y los “hurras” a la Virgen.
“Nosotros no llevamos a la Virgen, ella nos lleva a nosotros”, sostuvo Daniel, un hombre de 48 años que forma parte de el equipo de Coordinación de la Imagen Cabecera: “hace 28 años que hago esta peregrinación, y cada una de ellas es una enseñanza, ninguna es igual a la otra”.
“Se vive la experiencia de estar en contacto con nuestros hermanos, y nos mueve la fe a la Madre, ella sola nos convoca, es por eso que cada peregrinación es muy distinta, porque cada uno tiene una necesidad distinta de venir, y son diferentes las historias de vida; en definitiva, la vida es una peregrinación”, reflexionó.
Carlos, quien peregrina por tercera vez y este año viajó desde Concepción del Uruguay (Entre Ríos) hacia Liniers con un grupo de personas de la parroquia de su ciudad, también realiza un razonamiento similar al de Daniel: “esto es como la vida misma porque ves todo, sentís de todo en el mismo trayecto, ves gente linda, loca, alegre, toda gente que va por la fe”.
