Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Juan 15,1-8: “Estar unidos a Cristo y permanecer en él”.

Durante la última cena, Jesús dijo a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.»

 

Estar unidos a Cristo y permanecer en él

Por cierto que Cristo está unido al Padre y son una misma realidad. Él hace lo que el Padre le ha pedido, está unido y por eso dio abundantes frutos. Frutos eternos: liberarnos del pecado y de la muerte. Este Cristo también nos dice que si somos sus discípulos, tenemos que estar unidos a Él y en Él, así daremos, con Él y como Él, frutos abundantes. El discípulo tendrá que estar unido, permanecer.

 

Unido no es simplemente una situación de continuidad, de cercanía física, es una adhesión totalmente de convicción: pertenecemos a Cristo y esa es nuestra identidad. Permanecer significa no escaparse de las crisis, de los desafíos, no escaparse ante las adversidades, sino hay que permanecer, quedarse en Él, estar con Él y ser fiel a Él.

 

Esta unión también nos hace pasar por la poda y el discípulo va a sufrir por ser fiel, por ser honesto, por no ser corrupto, por tener bondad, por ser bueno. Pero esta adversidad, que es parte de una purificación, nos hace crecer y madurar en Él.

 

El que está unido a Cristo, por esa unidad y permanencia, lo que uno le pida a Cristo y al Padre, nos lo va a conceder porque, como hacemos su voluntad, Él nos concede lo que nosotros sabiamente le pedimos. «Pidan lo que quieran y lo obtendrán»

 

Vamos a pedir al Señor que, como fruto de esta Pascua, estemos unidos realmente a Él, permanecer y dar frutos en abundancia. Pero si nos separamos, nos vamos a superficializar, nos vamos a desgastar, nos vamos a licuar, nos vamos a oscurecer.

 

Que Cristo, el resucitado, esté muy presente en nosotros y que nosotros estemos muy presentes en Él para dar frutos en abundancia

noticias relacionadas