Visita diocesana a la Penitenciaría de Avellaneda

El pasado 3 de abril, viernes santo, Mons. Rubén Frassia -junto al equipo diocesano de Pastoral Carcelaria, catequistas y seminaristas- visitó la Alcaidía Departamental de Avellaneda, ubicada en la Colectora de la Autopista La Plata-Buenos Aires y la calle Nicaragua.

El pasado 3 de abril, viernes santo, Mons. Rubén Frassia -junto al equipo diocesano de Pastoral Carcelaria, catequistas y seminaristas- visitó la Alcaidía Departamental de Avellaneda, ubicada en la Colectora de la Autopista La Plata-Buenos Aires y la calle Nicaragua. Esta institución, que alberga 78 detenidos hasta tanto su situación procesal permita su derivación a alguna Unidad Carcelaria, es una iniciativa que busca terminar con las detenciones en calabozos de comisarías, permitiendo que los efectivos policiales no deban ocuparse de los detenidos y se dediquen a sus tareas específicas de prevención de delitos en las calles.

 

Allí desarrolla una importante actividad misionera el equipo diocesano de catequesis carcelaria, y todos los años, en los llamados tiempos fuertes,  -acompañando al obispo diocesano- realiza una misión de neto carácter espiritual.

 

En esta oportunidad, el Director de la Penitenciaría Dr. Juan Carlos Aponiuk, al darles la bienvenida expresó: «estamos muy agradecidos de la presencia de ustedes, de Mons. Frassia, de la Pastoral Carcelaria, de los catequistas y jóvenes seminaristas de la diócesis, que en estas fechas tan significativas para los cristianos vienen a darnos un momento de contención espiritual, que son tan importantes  para los que trabajamos en esta Alcaidía.»

 

Durante la visita a los pabellones, seminaristas y detenidos compartieron un momento de reflexión sobre la importancia de la Semana Santa, rezaron y presentaron su peticiones espirituales -que luego, en la ceremonia de la tarde, el Obispo los tendría presentes- y Mons. Frassia dijo: «Jesús nos trae la salvación, nos trae una vida nueva, esa es nuestra fuerza y nuestra vocación; el mal existe pero no puede ir contra el bien; cada uno puede tomar algo de la fuerza de Cristo: perdonar, no ser resentido, no vivir con broncas, no vivir amargado, vivir la vida bien, con dignidad, cuidar los valores, la familia. Cristo nos da la fuerza, es nuestra esperanza y todos podemos vivir esta pasión de Cristo y, con la fuerza de Dios, podemos cambiar.  Cambiar el corazón, cambiar la mirada, los afectos, el trato, la relación con los demás. No seamos pesimistas, no estamos determinados a vivir en el mal, ni que la vida sea una tragedia, sino que siempre hay una salida, una esperanza y una luz»

 

Para el Dr. Aponiuk las visitas a las cárceles deben servir para aumentar la fe y también como vocación de servicio, «ya que no sabemos a quién estamos visitando», y en este sentido compartió su experiencia: «a mí me quedaron muy grabadas aquellas palabras de Jesús ‘estuve preso y me visitaste’, porque son muy fuertes, y me pasa que cuando veo un detenido no sé a quién estoy viendo, entonces ahí me acuerdo de esas palabras de Jesús y siento la fuerza necesaria. Suelo compartir encuentros nacionales o regionales con el equipo de pastoral carcelaria y con ellos aprendí muchísimo sobre todos estos temas. También veo cómo los catequistas entran a los pabellones con tanta tranquilidad y espiritualidad tan grande que contagian paz y amor,  que después lo trasladan al llevar el Evangelio.»

 

Vale recordar que no hace mucho tiempo, en este centro carcelario se entronizó una imagen de la Virgen de Luján que, según indicaron «nos sirvió de contención espiritual, ya que la presencia de la Madre de Dios fue muy importante para todos nosotros»,  y finalizó el Director «por eso digo que nos sentimos acompañados y contenidos espiritualmente con la presencia de la Pastoral Penitenciaria. Son una reserva de espiritualidad para los momentos difíciles, que hace que podamos llevar adelante este trabajo en las cárceles.»

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