Una aventura arqueológica por el Antiguo Egipto

Investigadores argentinos trabajan en tumbas de la época faraónica, utilizando técnicas de estudio ya aplicadas con éxito en cuevas de Catamarca. Estudian características de este período y analizan y recopilan evidencia de distintas ocupaciones que estuvieron allí hasta hace no más de veinte años.

 ¿Qué une a un complejo de cuevas del norte argentino con antiguas tumbas egipcias de la era faraónica? Técnicas que investigadores argentinos utilizaron para estudiar y analizar pinturas rupestres en Oyola, Catamarca, son aplicadas ahora en una tumba de Lúxor de la antigua necrópolis tebana, con una antigüedad que se remonta hasta el 1400 a.C.

“Realizamos una investigación exhaustiva de todo el proceso histórico, tanto de arte como de usos y transformaciones, de esta tumba egipcia que tiene unos 3500 años de antigüedad”, destaca a la Agencia CTyS-UNLaM el arqueólogo Lucas Gheco, becario posdoctoral del CONICET (CITCA, UNCA), docente de la Universidad Nacional de San Martín y parte del equipo de trabajo.

El equipo realiza tareas de excavación y documentación en la tumba de Amenemhat, escriba, supervisor de graneros y contador de panes que vivió durante el reinado de Tutmosis III, gobernador de Egipto entre el 1479 y el 1425 a.C.

El proyecto -integrado por Argentina, Brasil y Egipto- es dirigido por José Pellini, de la Universidad Federal de Minas Gerais, y Bernarda Marconetto, investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba y del CONICET. Fue Marconetto, justamente, la que convocó a Gheco y a otros arqueólogos para replicar las técnicas aplicadas en la Sierra de Ancasti, en la provincia catamarqueña.

“Lo que nos pone más contentos- subraya el investigador de la Universidad Nacional de Catamarca- es la posibilidad de trasladar una metodología desarrollada  en el país a un contexto internacional, estudiado por todas las potencias. Queremos proponer nuestros propios desarrollos, más en un momento donde la ciencia argentina está bastante atacada”.

Para Gheco, además, lo interesante de este trabajo es que no se centra solamente en el período faraónico, etapa a la que generalmente se dedicó la arqueología internacional en Egipto, sino que también se propone investigar y revelar las ocupaciones posteriores al escriba de la Antigua Tebas.

“Salvo algunas tumbas que permanecieron selladas hasta su descubrimiento científico, como fue el caso de Tutankamón, el resto de estas construcciones  fueron ocupadas en varias ocasiones- relata el arqueólogo del CONICET-. En el caso particular de la tumba que estamos estudiando, sabemos que hubo presencia de los coptos, como se llamaba a los primeros cristianos, y de los Qurnawis, familias egipcias que estuvieron en estas tumbas hasta hace veinte años y que las utilizaban como sus habitaciones”.

De hecho, el énfasis de la investigación está puesto en los últimos años y en la presencia de estas familias qurnawis, que fueron desalojadas de estas tumbas por el estado egipcio. “Este proceso tiene un trasfondo político, y nos interesa porque implica estudiar e investigar la historia de la gente común, no sólo de faraones y escribas, y tratar de establecer otra relación con la arqueología egipcia”, asegura el académico.

Una puerta al Más Allá

Para Gheco, entrar a una tumba egipcia fue toda una experiencia. “Si bien todas las tumbas son lugares especiales, porque hablamos de una casa para la eternidad, en este caso son lugares extremadamente grandes, del tamaño de una casa, muy pintadas y muy trabajadas”, asegura, al tiempo que recuerda que los antiguos egipcios dedicaban gran parte de su vida terrenal para la construcción de su última morada.

Cuenta el arqueólogo que una de las sensaciones más fuertes que compartieron todos fue la de no saber si estaban parados en el piso o en el techo, porque toda la necrópolis supone una suerte de “edificio”, con tumbas una arriba de la otra.

“Una de las cámaras puede tener un pozo de cinco metros que puede llevar a otra tumba, que a su vez puede tener un pasadizo de 20 metros y llevar a nuevas tumbas…Algo de cierto hay en las películas de Hollywood: las trampas, los pozos y las tumbas gigantescas son reales”, resalta.

Entre las principales líneas de investigación en esta tumba se encuentra el estudio de las pinturas y los grabados de las paredes, que indican que hubo hasta tres episodios de refacción en época faraónica y varias pinturas de parte de los coptos y los qurnawis.

A su vez, estos grupos también dejaron testimonio de su paso por allí a partir de la construcción de paredes o del hollín depositado por los fuegos que hicieron a lo largo del tiempo.Los investigadores también encontraron intentos modernos de restauración y conservación, aunque no hay documentos oficiales que daten estas tareas.

Otra parte del grupo está trabajando actualmente en un pozo de cinco metros de profundidad, ubicado en uno de los patios de la tumba, donde encontraron no sólo dos momias, sino también cerámicas restauradas. “Pareciera que estas tumbas son un poco más modernas, pero también del período faraónico, y algún arqueólogo llegó hasta allí, restauró esos objetos y los dejó en su lugar”, detalló el investigador.

Nicolás Camargo Lescano
Fuente: Agencia CTyS-UNLaM

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