Tesoros de nuestra tierra en Agua Escondida 

Entrevista a Gisela Schmid, responsable de colecciones de la Casa Museo de Atahualpa Yupanqui, provincia de Córdoba.

Descontando que todos podemos aprender, más allá de la edad que tengamos, y que nos enseñamos mutuamente aquello que sabemos, entre grandes y chicos o a la inversa, podríamos decir que la educación de una sociedad consiste, en líneas generales, en que los adultos “le pasen la posta” a las nuevas generaciones. De este modo, los más jóvenes aprovechan los logros de sus antecesores y también los enriquecen. Y en esto de la transmisión de conocimientos, valores, formas de hacer y de ser, hay un conjunto de sujetos que forman parte del acervo cultural de modo que sus acciones, pensamientos, así como sus producciones, revisten la importancia de atesorarlos en la memoria y sacarlos a la luz una que otra vez.

Los argentinos tenemos una nutrida colección de personajes provenientes de distintas disciplinas en diversos momentos históricos y con distintas especialidades, que nutren los caminos que hoy recorremos.

Personas reconocidas, admiradas y también queridas. Uno de ellos sin duda es el cantautor, guitarrista, poeta y escritor popular: Atahualpa Yupanqui. Admirado por mi padre quien como tantos, lo nombraba cariñosamente como “Don Ata” y redescubierto en mi presente por diferentes razones, es sujeto de mi admiración.

Nacido a principio de siglo XX es símbolo que identificó una época de reivindicación de lo nacional. Ha sido un “pintor” del territorio argentino a través de sus palabras, cargadas de imágenes y sonidos. Valora en sus textos y canciones los recursos naturales y los primitivos habitantes. Recorre, con las notas de su guitarra, las melodías propias de cada región, y nos invita a respetar el equilibrio natural, solo al describirlo. El hombre, sus pensamientos y sus sentimientos son, además, tema de su asombrosa producción de escritor. Las voces de grandes intérpretes han inmortalizado sus letras.

Para asomarnos a algunos aspectos de su vida y su legado, los invito a conocer a Gisela Schmid, responsable del Museo que se aloja en la que fuera la vivienda de Héctor Roberto Chavero, nombre real de este argentino quien fuera condecorado por Francia como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.

¿Cómo fue tu encuentro con este personaje de nuestra cultura?
Fue un reencuentro porque cuando era chica de algún modo lo estudié en la secundaria, también en mi casa se escuchaba mucho folklore y tango, pero claro, yo creo que era por mi edad. Cuando se es chico uno tiende a diferenciarse de sus padres y me pasaba por el costado como quien dice. Con mi trabajo de museóloga, yo estaba ofreciendo un taller con mi colega Susana Storani para adultos y adultos mayores acerca de cómo se arma una exposición, qué hay en los museos más allá de lo que uno puede ver… Y casualmente en ese espacio surgió la posibilidad de presentar una muestra itinerante de Atahualpa Yupanqui, para la cual se nos pidió que la preparáramos. Ahí tuve que estudiar su biografía, su obra. Creo que ahí lo descubrí realmente.

Encontré que su obra es maravillosa, su pensamiento, sus letras, cómo expresa! Yo me imagino cuando uno cierra los ojos y escucha una canción de él…. Él te grafica con palabras, te dibuja en el aire paisajes argentinos…

¡Sí!, es lo que yo sentí al sondear su obra antes de hacer esta entrevista, ¡cómo pinta con palabras!
¿Dónde queda exactamente el museo?
La casa-museo que fue su casa, está en la provincia de Córdoba, más precisamente en Cerro Colorado,
camino a Santiago del Estero. Es hermoso el espacio donde está emplazado. Es aconsejable disponer de un vehículo ya que es de difícil acceso, aunque hay en la zona infraestructura para hospedarse, un pequeño centro comercial, talleres de artesanos y otros museos.

Se llama Agua Escondida. Y es porque en principio todos decían que no había agua por allí, que era en vano buscarla. Y Nenette, su segunda esposa, estaba convencida e insistió y pedía que se hiciera un pozo, luego otro, hasta que encontraron agua y pudieron habitarla.

¿Qué motivos tuvo para internarse ahí?
Un paisano amigo de él le cedió ese terreno. Tiene una belleza natural impresionante. El visitante, el turista,
busca y encuentra, en esa casa, el espíritu del artista.

¿Cuál es tu trabajo como responsable de su patrimonio, o sea, de los objetos que le pertenecieron o
produjo?
En principio hacer un registro de todo el patrimonio. Poder hacer un listado, saber la cantidad de objetos que hay. En qué estado están también. Eso tiene que ver con la conservación. En el lugar donde está emplazado, hay una cantidad de agentes climáticos y otros que son microorganismos: bacterias, insectos que también juegan un papel en el deterioro. No solo el tiempo. Hay que estudiar en qué condiciones están y a veces se puede intervenir, por ejemplo, con una limpieza mecánica que puede ser con un cepillo, un pincel o una pinceleta. Y otras veces lo que hay que hacer es otro tipo de intervenciones que son como primeros estados de restauración. Por ejemplo si está despegado un libro. Analizar el estado de los cueros, hay muchas piezas de ese material, además de objetos de plata, textiles, tejidos. Todo eso y también los premios que obtuvo a nivel nacional e internacional, no solo por el valor monetario que tienen, sino por el simbólico. Los museólogos hacemos también la puesta en escena, intentamos contar la historia de las colecciones.

¿Cuál te parece que es la pieza más preciada del museo?
Hay muchos regalos de cuando visitaba distintos países. Hay tanto piezas decorativas como utilitarias. Hay una historia hermosa que tiene que ver con una tacita. Es de madera de canela con un asa con forma de chanchito y una hermosa decoración. Está expuesta en una vitrina. El hijo de Atahualpa cuenta que en invierno, su padre colocaba agua caliente dentro y así perfumaba toda la casa. Cada objeto guarda historias.
Sin embargo, la gente se desvive por la guitarra. Está justo a la entrada. Hay imágenes, fotografías con su guitarra, la gente que ha seguido al artista reconoce ese instrumento. No sé si sabés que él la tocaba con su mano izquierda… hay una historia de él y su guitarra, a ella le dedica versos.

Espero que esta entrevista les genere la inquietud de revisar la obra de “Don Ata” para volver a disfrutarla o empezar a conocerla, y que sientan, como yo, que vale la pena atesorarla!

Gisela Schmid es responsable de contenidos en Facebook: “museos+escuelas”; docente de la DGCyE (Provincia de Buenos Aires); museóloga; educadora y guía en diversos museos de nuestro país. Cuenta con posgrados internacionales y otros estudios en FLACSO Argentina.

Para saber acerca del museo y sus actividades, podés visitar el facebook: “Atahualpa Yupanqui Oficial”

 

Por Silvia Donnet (Lic. y Prof. en Ciencias de la Educación)

Si tenés algún comentario o inquietud
te ofrezco comunicarte con silviaescribe2020@gmail.com

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