Leyendo «La Ciudad» de hoy, me enteré del fallecimiento de Roberto Díaz. Quiero dejar testimonio de mi consternación y de mi dolor. Yo hablé con Díaz solo en dos oportunidades: una vez en el Rotary Club de Avellaneda. Más tarde lo llamé telefónicamente para felicitarlo por un artículo suyo publicado en «La Ciudad».

Pero más allá de la escasa frecuentación personal, lo sentía muy próximo a partir de sus artículos, que esperaba con gusto y leía con placer. Su visión de la literatura como contenido concreto y como valor intelectual y moral, transmitieron su personalidad, su manera de ver la vida. Su muerte es una pérdida para la ciudad y para sus lectores, que ya no contaremos con un amigo que nos aconseja sobre aquello que hay que leer y comprender.

Juan Manuel Casella