Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Lucas  6,27-38: “Responder de una forma correcta”.

Jesús dijo a sus discípulos: «Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes».

 

“Responder de una forma correcta”

Queridos hermanos; hay algo que el Señor nos recuerda y su Evangelio “choca” contra los criterios de este mundo. Estaba la famosa Ley del Talión -ojo por ojo, diente por diente-, no había que responder de más ni tampoco de menos: el que las hizo…que las pague, que reciba el mismo castigo que él hizo con otra persona.

 

Esto es así, pero hay un lenguaje más revolucionario, más profundo, más total, donde uno tiene que vivir en las privaciones, uno tiene que expresarse en aquellas cosas que son profundas y esenciales: el amor de Dios, el amor a los demás. Esto también llega a los enemigos.

 

Hoy hay tanta impaciencia, tanta exacerbación, tanto enojo, tanto encono; hoy todo el mundo está en contra del otro. Y no hablemos de las ideologías, ni de las brechas, las famosas brechas sociales, las brechas culturales, donde a veces hay gente que “echa leña al fuego” y las aumenta, haciéndolas aún mayores. Y así no se resuelven las cosas.

 

El Evangelio tiene actualidad en este mundo y nos sigue enseñando; donde uno tiene que seguir amando a todos, también a nuestros enemigos. Lo que enseñó Jesús aún en la cruz. Él crucificado es capaz de pedir “Padre, no tengas en cuenta el pecado de estos hombres.” Pide el perdón, da el perdón, otorga el perdón, concede el perdón. Pero conceder el perdón, darlo, otorgarlo, para que se transformen las personas, para que vuelvan a ser humanas, vuelvan a ser felices, vuelvan a ser simples y lleguen a ser brillantes y transparentes.

 

Hermanos, hay que tomarse en serio el Evangelio, hay que hacerlo carne. ¡Nos falta mucho! Tenemos que pasar de un estadío infantil a un estadío de personas maduras. Madurez en la objetividad. Madurez en el amor. Madurez en la respuesta.

 

Que la fuerza de Dios nos ayude a darnos cuenta de que debe haber una correspondencia entre lo que Dios ha hecho y aquello que aun el hombre debe hacer. Esa es nuestra respuesta. Dios ya lo ha hecho y ahora nosotros tenemos que responder, pero no de una forma abstracta sino de un modo concreto.

 

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