Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Marcos 6,30-34 (ciclo B) “Descansar unpoco y seguir amando”

Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Descansar un poco y seguir amando
La misión -que no son actividades o meras acciones- es un comportamiento permanente, una actitud. Uno está en misión permanente por más que descanse, porque uno puede descansar, pero jamás puede descansar del apostolado. Como también uno tiene que rezar; no todo el día se está rezando de una manera determinada, pero si todo el día se debe estar en espíritu de oración, de contemplación. Como dice San Pablo “orar sin interrumpir”. La Iglesia, los obispos, los sacerdotes, los consagrados, tenemos que trabajar por el Reino y todo lo demás es lo demás.

Recuerdo que, cuando era Vicario en San Cayetano de Liniers, tenía de párroco al Padre Ángel Sallaberremoborde  y a la noche, cuando hablábamos junto a otro sacerdote -Miguel-, nos decía “hay que dejarse ‘comer’ por la gente”, ¡y es tan cierto eso! Pero hay un límite: cuidarse uno para estar bien porque estando bien puede hacer el bien a los demás. Nadie puede amar a Dios o a los hermanos, si primero se olvida de su prójimo, el más cercano, que es uno mismo.

El secreto está en que uno tiene que amarse para poder amar y darse a los demás. Saber que hay muchos desconsuelos, muchos sufrimientos, y hay que saber compadecerse de todos pero teniendo en cuenta que, al apóstol, nunca lo puede invadir la tristeza, la amargura, el resentimiento y la falta de alegría.

Tenemos que anunciar que Jesucristo está vivo, no muerto; que hay esperanza, que la vida puede cambiar, que podemos transmitir cosas buenas, que hay muchas cosas que nos van a seguir rodeando toda la vida; pero algunas cosas no pueden faltar: valores, fidelidad, libertad, verdad. Estas cosas son los principios para que alcancemos y vivamos en paz.

Sigamos trabajando por el Reino, como decía la Madre Teresa de Calcuta “¿estás cansado de amar?, descansa un poco pero sigue amando.” Que cada uno descanse un poco y siga amando.

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