Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Juan 10,11-18.: Seguir hasta el final.

Sabemos que Dios sigue llamando a la comunidad y a la Iglesia, a todas nuestras familias, a jóvenes para que lo puedan seguir en la vida sacerdotal, en la vida religiosa y en la vida de consagración especial. Tengamos en cuenta el Sínodo que se va a realizar en octubre, en Roma, sobre la “atenta escucha, el discernimiento, el vivir el Evangelio ante la llamada que Dios nos hace a cada uno de nosotros”

 

Dijo Jesús: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí -como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre”.

 

Seguir hasta el final
¡Qué estupendas son las palabras de Jesús en el Evangelio! Cómo tenemos que pensar que Él es el Buen Pastor, que viene a dar la vida por nosotros y la da en serio!, porque hay asalariados que son por intereses egoístas, individualistas, por poder, por dinero, por fama o por tantas otras cosas. El asalariado ocupa un lugar temporalmente por otros intereses.

La diferencia que hay entre el pastor y el que no es pastor es notable. Por eso es importante que, cuando uno recibe el llamado de Dios -si es llamado de Dios y es vocación- hay que seguirlo hasta el final pese lo que pese, cueste lo que cueste, con las dificultades que haya y de tantas maneras. Uno no tiene que abandonar, sino quedarse en el Señor. El ejemplo y la fuerza que Cristo tiene, es la unión profunda que tiene con el Padre. Es Ahí donde está la relación profunda con el Espíritu Santo.

Que el Señor nos de esa capacidad de saber que nuestra vida es importante en el sentido que uno se comprometa, se integre, se responsabilice, se dé, que uno ame. Es así que, muchas veces cuando uno ama sufre. Pero que siga amando y no deje de amar. Si uno se entrega, que se siga entregando, aunque te reconozcan o no. Siempre el criterio no está en los resultados ni en la respuesta de los otros, está en la propia conciencia y en querer hacer la voluntad de Dios.

Este mandato también lo recibimos nosotros: que seamos buenos pastores y que tengamos en cuenta la conciencia y Dios. Que podamos, que sigamos y queramos seguir dando la vida hasta el final, hasta que la vela se apague.

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