Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio San Lucas 9, 11b-17: «Corpus Christi: alimento por excelencia».

Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados. Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto». Él les respondió: «Denles de comer ustedes mismos». Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente». Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta». Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas

 

Corpus Christi: alimento por excelencia
Es la multiplicación de los panes y los peces: la sobreabundancia, el milagro, algo que no tiene correlato a las cosas naturales porque es una intervención directa de Dios; así sucede muchas veces en la vida de los hombres y también cuando la Iglesia reconoce y declara a estos hombres con una santidad especial. Porque hay un milagro se reconoce que este es santo, un modelo para la Iglesia y para muchos de nosotros.

 

Pero lo importante es saber qué hace posible esta manifestación, esta realidad, esta transformación, este cambio. Es la presencia del Espíritu, que ha sido enviado por el Padre y el Hijo y está presente permanentemente en la Iglesia.Por el Espíritu vivimos, somos engendrados, redimidos, santificados. Por el Espíritu el sacerdote tiene el poder de la Iglesia, y en nombre de Dios, de transformar este PAN en su Cuerpo y este VINO en su Sangre.

 

Así cada sacramento, por obra de Dios, provoca la gracia y produce un cambio de vida cualitativo, espiritual y real. Es así con el bautismo, con la confirmación, con el perdón de los pecados y con el sacramento de la Eucaristía.¿Para qué quiso quedarse con nosotros el Señor? Para recordar que el único sacrificio es el suyo, el Cordero Inmaculado, que no teniendo pecado se hizo pecado para salvarnos y redimirnos a todos nosotros. Es el único sacrificio redentor.Por eso la Eucaristía, la misa, es la actualización de ese único sacrificio redentor. Él es el que nos redime, que se hace presente, entra la vida y se va alejando la sombra de la muerte. De allí que hay que recibirlo en gracia, en paz. Dios cuando entra en nosotros, nosotros no lo transformamos a Él como alimento; ese alimento nos transforma, nos diviniza, nos deifica, nos hace más cristianos, más humanos. Quien recibe el Cuerpo de Cristo no puede quedar igual. Y si queda igual es porque no lo recibió bien.

 

Queridos hermanos, que esta Solemnidad del Corpus Christi sea una fiesta de gratitud al Señor que nos amó tanto y de un modo incondicional. Y que también nosotros, los creyentes, los cristianos, los católicos, estemos convencidos que este es el alimento por excelencia; Cristo debe primar y estar presente en nuestra vida; que no lo cambiemos nunca por nada ni por nadie. Que seamos agradecidos, que seamos testigos y que lo anunciemos a los demás. «Si tu recibes a Dios, muéstralo por medio de las obras».

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