Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia
El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Marcos 4, 35-41: ¡No tengamos miedo, Dios siempre está para darnos la vida!
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?». Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio! ¡Cállate!». El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: «¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?». Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?».
¡No tengamos miedo, Dios siempre está para darnos la vida!
Este Evangelio -donde están el mar, la tempestad, los Apóstoles y Jesús- es la simbología de toda nuestra vida. El mar evoca la inmensidad, aquello que es ingobernable, al movimiento, el fluctuar de las olas, representa un poderío hermoso pero que a la vez puede ser destructivo cuando se desatan tormentas; puede ser símbolo de lo orgulloso y de lo amenazante. Sin embargo Dios es Señor de la vida de los hombres, de la historia de la humanidad y también tiene que ver con las cosas de la naturaleza. Todo tiene una referencia y una relación.
Es evidente que el hombre avanzó en comprensión de la realidad; cuando hay desastres climáticos no es que Dios está mandando castigos a la humanidad; cuando hay tsunamis, tormentas, volcanes en erupción, desastres de la naturaleza, no es que Dios se goce en hacernos sufrir. ¡Dios siempre está para darnos la vida y tiene en cuenta toda nuestra existencia! Pero las cosas están, acontecen, producen y suceden; lo importante es cómo nos relacionamos, porque Dios sigue siendo fundamento de todo lo existente; Dios es garante de todo aquello pero no es vengador del orden de la naturaleza.
Es importante saber que eso -a veces- nos produce incomprensión y perdemos seguridad. Dios no es dios de las falsas seguridades; su presencia no es fuga ni irresponsabilidad, tampoco es sólo consolación porque hay cosas que pasan y le duelen al hombre, le duelen a la sociedad.
Lo claro es que tenemos que tener fe y la fe es abandonarse en Dios, incluso cuando duerme, como dice el Evangelio, y ninguna dificultad puede vencerlo.
Reconocerlo a Dios que está presente y esa presencia en nosotros puede ordenar la vida, cuidar la naturaleza y sobre todo cuidar la ecología humana, cuidar a los humanos, cuidar a toda persona, cuidar a las familias. Para poder cuidarlo hay que reconocer que Dios está presente y sobre todo saber que tenemos que confiar en Dios. No tener miedo. No vivir con miedo. No tener poca fe. «Hombres ¿por qué tienen miedo? ¡Qué poca fe tienen!»
Pidamos al Señor que aumente nuestra fe para poder vivir en este planeta con mayor amor, dignidad, respeto y justicia.