Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Mateo 11,2-11 (Ciclo A): «En Juan el Bautista encontramos a Jesús»

Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!». Mientras los enviados de Juan se retiraban, Jesús empezó a hablar de él a la multitud, diciendo: «¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que se visten de esa manera viven en los palacios de los reyes. ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino. Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que él.

En Juan el Bautista encontramos a Jesús
Esta imagen y comparación entre Juan el Bautista y Jesús es muy especial, muy importante. Así como en nuestra propia vida –aunque a veces no nos demos cuenta- los grandes vicios se amasan cuando uno empieza a olvidar las pequeñas cosas, las grandes infidelidades comienzan por las pequeñas infidelidades. Todo se relaciona. Cuando uno advierte algo, es importante enderezar, corregir, cambiar, modificar, para que las cosas pequeñas no nos lleven a cometer faltas en las cosas grandes.

La misión de Jesús es preparada por la misión del Precursor, Juan el Bautista. La voz del Precursor es la voz de Jesús anticipada. Aquello de «preparar los caminos» se escucha en la soledad y en el desierto, pero encontramos a Jesús primero en Juan. Es la voz de la verdad que tiende a preparar los caminos del corazón a Jesús,  para que todo sea enderezado, purificado, preparado.

Con la palabra del Precursor, Jesús hace su primer pedido: Él quiere nacer en nuestra voluntad antes de nacer en el tiempo. Por eso Juan anticipa y el Señor le responde: «cuéntenle a Juan los milagros, las maravillas, los ciegos, los paralíticos, los leprosos, los muertos, los pobres». La presencia de Cristo es una nueva realidad, una nueva época, se hace todo nuevo, todo distinto.

Muchas veces no tenemos fuerza en la misión, en el anuncio o en la evangelización, porque no estamos totalmente convencidos de la presencia viva de Jesucristo. Por ese motivo se debilitan y palidecen el anuncio y el testimonio. El discípulo está llamado a ser testigo y maestro, pero el maestro tiene que ser discípulo. Si no es discípulo ¿qué cosa va a enseñar el maestro?

Pidamos esta fuerza al Señor a través de la intervención y el modelo de Juan el Bautista.

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