Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Mateo 24,37-44: Adviento: Preparados, atentos, despiertos.

En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

Adviento: Preparados, atentos, despiertos

Es cierto que esto suena un tanto terrorífico, pareciera que hay que estar prevenidos, atentos, pero con temor y miedo. No. Yo diría que hay que estar atentos, estar prevenidos, pero no con temor ni miedo. Pero también hay que tener confianza, porque el Señor es el Señor de la vida, de la historia, de su presencia, de la ternura, el Señor está presente y quiere ser recibido.

En el texto hay dos ejemplos, dos hombres y dos mujeres, una que entra y otra que no, uno que entra y otro que no, significa que en la v ida hay que discernir, hay que pensar. El discernimiento es muy importante, ¿qué hace uno de su vida? Por eso creo que hay que vivir siempre en la presencia de Dios. Estar presente, saber que uno tiene que estar preparado.

A veces la gente no está preparada, porque piensa que uno va a vivir para siempre, que nunca le va a pasar nada, que todo va a seguir igual ¡y no es así! ¡Cuántas veces tenemos experiencia de gente que fue a trabajar y tuvo un accidente o un infarto!, ¡tantas cosas que pueden pasar! Pero si les pasa a los demás, ¿por qué no nos puede pasar a nosotros? También nos puede pasar.

Por eso es claro que hay que discernir, hay que estar preparado, hay que estar atentos, ¡hay que estar despierto! ¡Hay gente que está muy dormida! Muy dormida en su vida humana, en sus valores, en la superficialidad. La gente no quiere pensar. Algunos jóvenes dicen “¡no me hagas pensar, porque si me haces pensar tengo que cambiar de vida!” Pero si hay que cambiar de vida, es necesario pensar. El pensar es bueno, no es malo.

Discernimiento, priorizar las cosas, cuáles son importantes, cuáles no, qué cosas son vitales, que cosas no lo son; el trato con los demás, cómo nos escuchamos, cómo nos atendemos, cómo nos respetamos, cómo nos consideramos; y no dejar las cosas “para más adelante” porque eso puede ser “nunca”. Decir las cosas, en vida. Tratarse bien, en vida. En síntesis: discernimiento, priorizar, pensar ¡y obrar! “No dejes para más adelante lo bueno que hoy puedes hacer”.

Que el Señor nos de fuerzas para que este tiempo de Adviento sea de vigilante espera; de una espera atenta y considerada; para hacer una llamada a la conversión, a la profundización del pensamiento, a la interiorización de la vida y a las obras que todavía tenemos que hacer y no las hacemos. Buen comienzo de Adviento

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