Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Lucas 10,38-42 (Ciclo C): «Discernir, ordenar, privilegiarse».

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».

Discernir, ordenar, privilegiarse
Es evidente que ambas realidades, el trabajo y la oración, son importantes. Pero también es importante distinguir, ordenar, discernir y privilegiar. ¡Claro que el trabajo ordena!, pero también es importante convivir, compartir, dialogar.

¡Qué cosa buena que un papá o una mamá trabajen tanto, para mantener una familia, traer el pan a su casa, para que sus hijos tengan estudio, ropa, vivienda y tantas cosas más! Pero no se puede descuidar el diálogo entre papá y mamá, o el diálogo de ambos con los hijos; porque no sólo es comida o trabajo, sino también son cosas esenciales, cosas importantes.

Por eso, en nuestra vida cristiana tenemos que hacer síntesis: lo humano y lo cristiano, lo cristiano y lo humano. Y ambos no pueden vivir peleándose unos con otros, no.

Todo lo contrario: porque soy humano tengo necesidad de oración y escucha de la Palabra, ya que escuchándola y rezándola me humanizo más. Debemos integrar ambas realidades, privilegiarlas, dándoles lugar a cada una de ellas.Sabemos que hay un cúmulo de distracciones, algunas son buenas otras no tantas. El Papa Benedicto, cuando invitó a la Jornada Mundial de la Juventud (a realizarse esta semana en Rio de Janeiro) les dice a los jóvenes «¡Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos!»
Cómo nos responsabiliza la fe, nos lleva a anunciar, a buscar a los jóvenes.También dejó dos consignas: trabajar en los medios de comunicación y tener en cuenta la movilidad humana, que incluye las migraciones -en especial de aquellos hombres y mujeres que tienen que salir de sus países por distintas razones-.

Ciertamente son dos cosas muy buenas, pero hay que humanizarlas para que puedan servir al hombre para ser más libre y no ser una ocasión de esclavitud, de dependencia y de egoísmo.

Recemos por el Papa Francisco, por la Jornada Mundial y que Dios bendiga a todos nuestros jóvenes para que, recibiendo a Cristo, recibiendo la Luz del Señor, también ellos la lleven a todos los ámbitos del mundo, pues el mundo necesita de Dios y Dios quiere estar cerca del mundo.

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