Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según 16,12-15: «Crear, redimir, santificar».

Durante la última cena Jesús dijo a sus discípulos: «Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: ‘Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’.»

 

Crear, redimir, santificar
Dios es uno pero está mostrado, relacionado, expresado en tres personas, una sola naturaleza y tres personas distintas. Cada misión de la Santísima Trinidad tiene una característica propia. Lo propio del Padre es CREAR, lo propio de Cristo es REDIMIR y lo propio del Espíritu Santo es SANTIFICAR.

 
Viven en una unidad íntima, inseparable, inconmensurable, extraordinaria, que supera nuestra razón, nuestra inteligencia y también nuestra fe. Es una unidad trinitaria que nos ilumina porque tenemos que vivir como familia, como distintos órganos, pero vivir una unidad; la persona es una unidad sustancial, la familia, la sociedad, la Iglesia.
Por eso es importante tomar conciencia de cada una de estas cosas.Tenemos que pedirle a la Santísima Trinidad que nos ayude a darnos cuenta que tenemos que vivir conforme y siguiendo el modelo de la Comunidad Trinitaria. No se puede ser hijo si uno no vive en relación ni está unido. No se puede ser hermano si uno no reconoce su condición de creatura: el Hijo no proviene de sí mismo, proviene del Padre.
Esa relación es importante participarla, mantenerla y avivarla. Así mismo la relación con los hermanos. Los hermanos no son para ser indiferentes, para no darse, sino fundamentalmente para tener un trato fraterno con los demás: se es hijo, se es hermano.
Esta realización como que no está acabada; como que uno tiene que crecer, evolucionar, madurar, ser más responsable. Así uno nunca terminará de ser hijo y nunca terminará de ser hermano. Esto es algo especial con Dios. Este misterio absoluto al que buscamos y seguimos buscando, por medio de la oración, de la fe, del Evangelio, de los criterios; buscarlo a Dios. San Agustín decía «si dices que encontraste a Dios y no lo sigues buscando, búscalo porque no lo tienes; y si buscas a Dios porque dices que no lo tienes, síguelo buscando porque ya lo tienes».
A Dios hay que buscarlo siempre ¡es inagotable! Y es importante que, cuando se lo encuentre, se lo siga buscando y encontrando. Podríamos decir que esta comunión de amor de Dios -Padre, Hijo y Espíritu Santo- no es una conclusión sino un inicio. Siempre tenemos que expresar la noción de creatura, la noción de peregrino que está en camino.
Que Cristo, camino, verdad y vida, nos lleve al Padre para que, en el Padre y en el Hijo, seamos rodeados, sostenidos e iluminados por el amor del Espíritu Santo. Que esta Fiesta de la Trinidad tenga también que ver en nuestro trato para con todos nuestros hermanos.

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