Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Juan San Juan 13, 31a. 34 – 35: «¡Miren como se aman!».

Durante la última cena, después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros»

 

«¡Miren como se aman!»
Estamos en el contexto de la Ultima Cena, el momento más íntimo donde Jesús anticipa la cruz, quedándose en la Eucaristía. Cristo hace la Eucaristía y al hacerlo nos indica su sacrificio: crucificado, en la cruz; lo anticipa.
La Iglesia se reúne para celebrar la Eucaristía y así está celebrando el sacrificio glorioso y redentor de Cristo. Dice el texto que «Judas salió» para entregar al Maestro; Cristo consciente de esto vive sus últimos momentos en la tierra; sabe lo que va a venir y dice, con dignidad y señorío: «nadie me quita la vida, sino que libremente yo la doy.» Este acto supremo es una glorificación, una salvación, una totalidad, una decisión del Padre, del Espíritu, en Jesucristo -el Hijo-. Es ahí donde nos deja el Mandamiento –que estaba presente antes, en el Antiguo Testamento, pero que está formulado  renovado de una manera superior- «Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros así como yo los he amado»
Estas palabras, que a veces son remanidas, usadas tan vulgar y superficialmente, son la raíz de nuestra existencia. Cuando uno se siente amado por Dios, cuando uno se ama -porque es lo más cercano a Dios, que es uno mismo- se está en condiciones también de amar a los demás. Pero si uno no ama bien a Dios y no se ama bien a sí mismo, difícilmente podrá amar a los demás. Porque somos una unidad trinitaria, donde cada uno de nosotros tiene triple movimiento, uno es el sujeto -la persona-; está Dios que nos da la causa, el inicio; estamos nosotros que somos los receptores, los responsables y los transmisores; y está el otro, que es mi prójimo.
Esta es la novedad, el motivo principal, la obra que tenemos que realizar. Fe en Dios, escucha atenta de la Palabra y también obras. Amémonos como Él nos ama; pero si amar significa «no hacer el mal», yo digo que amar significa respetar, no calumniar a los demás; amar significa corregir; amar significa  atender las necesidades reales de los demás; amar significa estar al lado y anticiparnos -como una mamá que se anticipa a las necesidades de sus hijos-.
Pidamos en esta Pascua recibir el amor nuevo, vivir el amor nuevo y dar amor nuevo a los demás. ¡Estos son discípulos! ¡Estos son cristianos! ¡Estos son católicos! «Miren como se aman» y que así nos vean, porque así tenemos que ser.

noticias relacionadas