Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Lucas 1, 39-45 : Adviento 4: El niño Dios está llegando

María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

 
Adviento 4: El niño Dios está llegando
Queridos hermanos, ya estamos preparándonos para la Nochebuena y la Navidad, para el nacimiento de nuestro Redentor, el Niño Dios. Es importante que repitamos el misterio en la fe para que este acontecimiento único, inédito y original, repercuta ampliamente en la sociedad, en la Iglesia y en nuestros corazones; preparemos nuestro pesebre personal para darle lugar al Señor, que viene a darnos su misericordia.

 

En el Evangelio vemos que en Dios nada se improvisa, todo tiene sentido y se va hilvanando. En estos tiempos muchos aconsejan a los matrimonios -que se preparan para ser padres- que el papá hable y susurre al vientre de la mamá para que el hijo escuche, para que le transmita cariño, para que sepa que lo están esperando.

 

Si la voz, la motivación y la intención de los padres tienen su sentido, ¡cómo no va a tener sentido también en aquella época, ante Isabel, la presencia de María! Ambas estaban embarazadas y no sólo ellas se asombraron sino también el niño que tenía Isabel en su vientre saltó de gozo, se movió, ante la proximidad del Hijo de Dios.

 

Tenemos que saber que este verdadero Dios es también verdadero Hombre y que hablar de Dios en lo invisible nos hace pasar a lo visible en aquello que es hombre. Jesús es verdadero Dios y verdadero Hombre y ambas realidades tienen que ser significadas, enaltecidas, iluminadas. Cada  uno de nosotros tiene que crecer en lo divino -el conocimiento, el amor y la gracia- y también en lo humano -las virtudes humanas, sociales, virtudes que tenemos cotidianamente-.

 

La presencia de Dios vuelve a traernos esperanza, a traernos su misericordia. Si Dios nos da su misericordia tenemos que presentarle, en el pesebre, nuestras miserias, nuestros límites, nuestras aflicciones, nuestros pecados, para que Dios pueda transformarlos. No desconfiemos sino que, retomando todo -aun el pecado- Dios convierta la miseria en misericordia.

 

Que esta Nochebuena y Navidad sean una fiesta religiosa, no para comer o beber más, o hacer ruido. Deben ser para humanizarnos más y para ser más profundos espiritualmente. Por eso vienen la alegría, el perdón, la reconciliación, el servicio, el amor. Invitemos a alguien que esté solo, un vecino, un pariente, para que nadie esté solo esa noche. Que sea un encuentro religioso. Dios nace por medio de María.

 

¡Feliz Nochebuena!
¡Feliz Navidad!

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