Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

Jesús dijo a sus discípulos: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación. Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra. Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre».

 

Adviento 1: Estar prevenidos y rezar
Queridos hermanos, lo que más se nos pide en Adviento es que tengamos cuidado, que sepamos que somos peregrinos y estamos de paso, que en la tierra no tenemos morada definitiva y creemos que de Dios venimos, con Dios caminamos y a Dios volvemos. El juicio del mundo y de la humanidad está cruzado y definido por Jesucristo, el Señor. Él se encarnó en el seno virginal de María, nos da su doctrina, muere crucificado por y para nosotros, resucita y con el Padre define el sentido y la orientación de la vida de todos nuestros pueblos.

Es evidente que las cosas nos son de un modo unilateral: la fe se tiene que insertar en la cultura y la cultura la va desarrollando cada pueblo, cada nación, cada continente, cada estilo, cada raza; ciertamente todas ellas tendrán que ir mejorando su calidad de vida, su identidad, los valores auténticos y genuinos; tendrá que hacer una especie hermenéutica, un discernimiento, para ver los signos de los tiempos: qué cosa tiene que entrar y qué cosa no tiene cabida en nosotros. Siempre hay que pensar, discernir, decidir y secundar aquello que uno elige. No elegimos las cosas por las ganas sino que las elegimos por el bien que ellas significan.

Hay que estar prevenidos. Hay que rezar constantemente para quedar a salvo de todo lo que nos pueda pasar. El caos, la desazón, las ansiedades y las angustias -y ciertas cosas que los hombres no podemos controlar o dominar- indican que el hombre no es un absoluto poderoso. El único poderoso es Dios; nosotros somos una semilla, una participación, un atisbo de su grandeza. Quien tenga claro la representatividad va a vivir en la Verdad y en la  Responsabilidad.